La Voz de Galicia

Jorge Álvarez: El adolescente que ha logrado dominar el soplido del dios Eolo

Ribeira

Á. Sevilla jorge Álvarez

A sus 13 años mordió el metal de bronce en el Campeonato Ibérico de Optimist tras enfrentarse a rivales de mayor edad

12 Jul 2019. Actualizado a las 05:00 h.

Se mueve rápido y con determinación entre velas, cabos y barcos. Cuatro años después de debutar en el mundo de la vela, Jorge Álvarez (Ribeira, 2006) acaba de morder su primer gran metal, el bronce en el Campeonato Ibérico de Optimist celebrado en Vilagarcía. «Estoy contento, pero me pudo salir mejor, estuve cerca del segundo», confiesa con una sonrisa mientras pertrecha su pequeña embarcación.

«Venga, monta el barco. Quieren hacerte unas fotos navegando», le apremia Andrés Davila, su técnico en el Club Náutico de Ribeira. Es él quien confiesa que Jorge es uno de los regatistas con más fututo de la entidad: «Ha mejorado muchísimo, antes sufría mucho en las pruebas con mucho viento. En este último torneo aguantó muy bien. Es un chaval muy inteligente, que te escucha, te entiende e intenta mejorar. Consigue poner en práctica todo lo que le explicamos».

Punta de lanza de una generación repleta de talento, Davila explica que «viene una remesa de críos que son muy buenos». Es en Álvarez donde queda patente el trabajo realizado en la dársena de la capital barbanzana: «Comenzó con Helmut Bande y siempre le ha dedicado un buen número de horas. Hay entrenamientos que llegan a las siete. Tenemos que prepararle cosas especiales porque está un nivel por encima del resto».

El futuro

Para Jorge Álvarez, la vela se ha convertido en «un deporte que me permite conocer a mucha gente. Además de mantenerme en forma me ayuda también a pensar». Para sus entrenadores, si la proyección se mantiene podría llegar a competir en los europeos y hacer un buen papel en los nacionales.

El adolescente se lo toma con bastante más calma: «Mi meta para el futuro sería quedar bien en el Campeonato de España, luchar por estar entre los diez primeros, pero sé que es algo muy complicado». «Él tira del resto de compañeros. Muchos se le acercan porque les enseña, siguen sus consejos y van mejorando todos juntos», confiesa Davila mientras su alumno intenta remolcar el barco hasta el agua.

Es ahí donde mejor se desenvuelve. «Da un giro», le pide su técnico. «¿Otra vez», contesta mientras se cuela por debajo de la vela y toma rumbo hacia la ría arousana. «Es muy ligero y tiene una buena noción de la velocidad. Tácticamente ve muy bien la vela y es una bala», describe Davila a Jorge Álvarez. Con otra sonrisa, el adolescente toma el camino de vuelta a tierra. A la tarde toca otra sesión para seguir dominando al dios Eolo.


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