La Biblia afirma que la reina de Saba «llegó a Jerusalén con inmensas riquezas, con camellos cargados de perfumes y gran cantidad de oro y piedras preciosas».
El sagrado texto recalca que el rey Salomón nunca recibió tantas riquezas como las que le regaló aquella enigmática soberana. Se sabe que los reinos de Israel y de Saba existieron y que hubo relaciones entre ambos. Y también ha quedado probado que existía un territorio con el nombre de Saba al sur de la Península Arábiga.
Contenido exclusivo para suscriptores
La Voz
Suscríbetepara seguir leyendo
Lee sin límites toda la información, recibe newsletters exclusivas, accede a descuentos en las mejores marcas y muchas más ventajas
