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Auschwitz

Los 3000 muertos del enfermero de Ana Frank

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El hombre de la foto era enfermero en Auschwitz y miembro de las SS. Se llamaba Hubert Zafke. Fue condenado en Polonia en 1948 a cinco años de cárcel por ser cómplice en el asesinato de al menos 3681 personas. En 2016 se reabrió la causa contra él en Alemania pero ya tenía 95 años y el juicio no pudo terminarse. Entre sus trágicos 'pacientes' estuvo Ana Frank.

Por José Segovia

Martes, 25 de Enero 2022, 17:04h

Tiempo de lectura: 6 min

Durante el mes de septiembre de 1944, más de una docena de trenes repletos de judíos llegaron a Auschwitz-Birkenau, un campo de exterminio situado a 43 kilómetros de Cracovia (Polonia), por mandato de Hitler. Entre los pasajeros se encontraban Ana Frank y su familia. Posteriormente, la autora del famoso diario y su hermana fueron trasladadas al campo de concentración de Bergen-Belsen, en Alemania, donde murieron.

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El último destino de Ana. Ana Frank llegó a Auschwitz en uno de los terribles trenes de la muerte, el 2 de septiembre de 1944 con su familia. Zafke era entonces el enfermero del campo. En octubre, Ana y su hermana fueron trasladadas al campo de Berger-Belsen, donde la autora del célebre diario murió de tifus en marzo de 1945.

Hubert Zafke fue sargento de las temibles Waffen-SS y sanitario en Auschwitz-Birkenau desde agosto hasta septiembre de 1944. En ese corto periodo de tiempo, fue cómplice en el exterminio de al menos 3.681 judíos, muertos en las cámaras de gas al llegar al campamento entre el 15 de agosto y el 14 de septiembre. 14 convoyes de deportados llegaron a Auschwitz enesas fechas. En uno de ellos, el 2 de septiembre, iban Anna Frank, autora del célebre diario, sus padres y su hermana mayor.

De los recién llegados, 549 –incluyendo niños menores de 15 años– fueron seleccionados y enviados directamente a las cámaras de gas. Ana había cumplido 15 años tres meses antes y se libró. La desnudaron, desinfectaron y tatuaron un número de identificación, con el resto de las mujeres. Es probable que en presencia del enfermero Zafke.

A su padre no volvió a verlo. Creyó que lo habían matado, aunque fue el único de la familia que sobrevivió. La madre de Ana murió allí mismo de agotamiento, obligada a realizar trabajos forzosos y presa de las infecciones provocadas por el hacinamiento. La propia Ana y su hermana Margot enfermaron y su piel se cubrió de costras. El 28 de octubre, Ana y su hermana fueron reubicadas en otro campo, Bergen-Belsen, donde morirían.

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El enfermero Zafke. Zafke, durante la vista que se celebró contra él en 2016. Falleció dos años después, sin que se llegase a dictar sentencia. Desde los años 50 hasta entonces vivió tranquilamente en Gnevkow, un pequeño pueblo de Alemania, donde se casó, crió a cuatro hijos y trabajó en una empresa agrícola.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Hubert Zafke fue condenado, en 1948, por un tribunal polaco a más de tres años de prisión por su pertenencia a las SS. «He cumplido mi culpa», dijo cuando todavía hablaba con la prensa. Tras ser excarcelado, Hubert se trasladó a la ciudad alemana de Neubrandenburgo, donde trabajó como agricultor.

Hubert Zaftke estuvo en Auschwitz solo entre el 15 de agosto y el 14 de septiembre de 1944. Suficiente para contribuir al exterminio de 3681 personas

En cuanto fue acusado de crímenes contra la humanidad, en 2015, Hubert Zafke se volvió ilocalizable. Dejó de coger el teléfono a los periodistas. Según el periódico Süddeutsche Zeitung, al principio negaba saber el destino que deparaba a los prisioneros, pero poco después admitió que era consciente de que en Auschwitz se cercenaban vidas en masa. En 2018 fallecía, un año después de que la causa contra él se archivase, al no estar ya en condiciones físicas y mentales de compadecer.

Su abogado, Peter-Michael Diestel, criticaba la decisión judicial. Aseguraba que su cliente ya cumplió condena en Polonia y que el deterioro cognitivo y el cuadro depresivo que presentaba le impedían enfrentarse a los tribunales. Sus argumentos no lograron convencer a la Fiscalía.

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El campo del terror. Zafke cuando era oficial de las SS y una imagen de la enfermería del campo de concentración donde trabajó.

La mayor matanza de la historia

A pesar de que la defensa había exigido su absolución por falta de pruebas o testigos que demostrasen su implicación directa, la fiscalía solicitó para él seis años de cárcel. El fiscal sostuvo que Hubert no solo se alistó voluntariamente en las SS -un cuerpo militar que aceleró la ejecución de miles de personas-, sino que era plenamente consciente de las actividades de exterminio que se llevaban a cabo en Auschwitz.

Zafke aseguraba que él solo fue parte del engranaje. Sin embargo, el fiscal señaló que sin él y otros como él la masacre no habría sido posible

«En ese campo de la muerte fueron asesinadas 1.100.000 personas, de las cuales un millón eran judías, la mayor matanza masiva de la historia», recuerda el historiador británico Laurence Rees, colaborador en la cadena BBC y autor del libro Auschwitz: Los nazis y la solución final. Amparados por el humo que continuamente salía de los hornos crematorios, los guardias del campo arrancaban los dientes de oro de los cadáveres para fundirlos. Nada debía desperdiciarse. Ni siquiera el pelo de los presos, que se usaba para el revestimiento de algunas piezas de submarino. Los SS examinaban todo, incluso la ropa interior de los prisioneros por si en ellas habían escondido objetos de valor. Los nazis encontraron montones de diamantes, oro y dinero.

Una sentencia histórica cambió las cosas

Aunque a algunos alemanes les parecía excesivo enjuiciar a un nonagenario por unos crímenes que quizá nunca cometió directamente, la Fiscalía alemana recordó la extrema gravedad del caso y subrayó que el simple hecho de que Hubert colaborara en un proyecto criminal de tales dimensiones hacía necesario que se enfrentase a los tribunales de Justicia.

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John Demjanjuk, el guardián de Sbibor. Su juicio sentó jurisprudencia. Fue condenado en 2011 a cinco años por su implicación en la muerte de 28.060 judíos en el campo de Sobibor, del que apenas hubo supervivientes. Murió a los 91 años, antes de entrar en prisión.

Durante décadas, muchos criminales nazis han quedado impunes. Sin embargo, el procesamiento de Hubert y de otro puñado de presuntos excriminales nazis fue posible gracias al juicio contra John Demjanjuk, en 2011, que hizo historia. Este nazi fue acusado de haber colaborado en decenas de miles de asesinatos en el campo de exterminio de Sobibor (Polonia), y, a pesar de que no se pudieron aportar pruebas sobre su actuación, el juez consideró que su sola presencia en el campo y las sospechas sobre su trabajo eran suficientes para castigarlo. Por ello, el ucraniano de 91 años –que podría ser el temible guardián conocido como Iván el Terrible–, fue condenado a cinco años de prisión, aunque murió antes de su encarcelamiento.

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Liberados. Tres comandantes y 6500 miembros de las SS asesinaron a 1.100.000 personas en Auschwitz. El Ejército Rojo liberó a 7600 supervivientes.

El caso Demjanjuk marcó un punto de inflexión en la jurisprudencia alemana. Hasta entonces solo podía haber una condena por crímenes nazis si se probaba la vinculación directa del imputado. El tribunal de Múnich que sentenció al ucraniano a cinco años de prisión cambió las cosas. Y no solo eso. Facilitó la investigación de otros sospechosos. Entre ellos, el nonagenario Oskar Gröning, antiguo miembro de las SS y contable en Auschwitz, condenado en julio de 2015 a cuatro años de prisión por su complicidad en el asesinato de 300.000 personas.

Aunque Gröning alegó que él simplemente era un pequeño eslabón en el engranaje asesino, el juez Franz Kompisch subrayó que esa máquina de la muerte que fue Auschwitz solo podía funcionar si cada uno de los cientos de engranajes funcionaba con la precisión de un reloj. «Han transcurrido muchos años, pero aún se puede hacer justicia», afirmó Kompisch. Y recordó que las leyes alemanas no admiten un límite de edad a la hora de juzgar a un asesino o a su cómplice.

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Oskar Gröning, el contable. Clasificaba el dinero y las pertenencias de los prisioneros de Auschwitz. Tras la guerra fue trabajador forzado en Inglaterra, regresó a Alemania y llevó una vida tranquila. En 2015, con 93 años, lo condenaron a cuatro años de prisión.

El ministro de Justicia, Heiko Maas, comentó que la sentencia contribuía a paliar el gran fracaso del sistema judicial alemán, que solo había sido capaz de procesar a medio centenar de los miles de SS que habían sido cómplices de los crímenes cometidos en los ‘campos de la muerte’. Pero no todo el mundo se mostró tan satisfecho como el ministro de Justicia. «El mensaje que se está enviando a las víctimas es muy triste. La condena a Gröning es simbólica, insatisfactoria e insuficiente», señaló Thomas Walther, el abogado que representó los intereses de los familiares de las víctimas.

Los enfermeros actuaban bajo las órdenes de los médicos en los campos de concentración. Allí asesinaron a cientos de prisioneros con inyecciones de fenol

Pese a todo, el fallo dictado por el juez Kompisch fue muy importante en Alemania, ya que reforzó la jurisprudencia que había marcado la anterior condena a Demjanjuk. El propio abogado de las víctimas reconoció que sus clientes sentían un cierto alivio al comprobar que la sentencia a Gröning abría el camino para llevar a juicio a otros colaboradores del Holocausto.

Etiquetas: Genocidio, Nazismo