Viernes, 16 de Mayo 2025, 11:03h
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El papado es la única monarquía electiva de fuste que sobrevive a los vendavales de la Historia; y como se trata de una institución que, aparte de un poder temporal cada vez más restringido, ejerce un poder espiritual infinitamente sugestivo e influyente, cada vez que se elige un Papa se despierta una universal curiosidad que es algo así como una versión devaluada de la reverencia (o tal vez la única reverencia que una época sórdida y banal como la nuestra puede tributar). La celebración de un cónclave, tan embalsamado siempre de misterio, excita los más abracadabrantes delirios folicularios y estimula la imaginación de los escritores más ineptos, que nos atizan novelas mazorrales y sensacionalistas de intriga vaticana.
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