Una de las cosas que más admiro de los grandes escritores es su capacidad de sintetizar en pocas palabras comportamientos humanos que todos hemos observado sin entender bien a qué se deben. Ahora que se celebra el centenario de la muerte de Marcel Proust, he aprovechado para volver a las páginas de En busca del tiempo perdido y beneficiarme de la perspicacia psicológica de uno de los mayores genios de todos los tiempos.
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