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Patente de corso

Por qué no escribo sobre política

Arturo Pérez-Reverte

Viernes, 02 de Junio 2023, 09:18h

Tiempo de lectura: 3 min

Érase una vez un desgraciado país, violentado por ocho siglos de guerra entre dos maneras de entender a Dios –a mi entender, venció la menos mala–. Una tierra ingrata regada con sudor y sangre, poblada por infelices sometidos a reyes, curas, espadones y sinvergüenzas. Una nación que hizo cosas portentosas para destruirlas después, costumbre secular aquí, donde la envidia siempre fue pecado nacional y donde el rencor, tóxico destilado de siglos, envenenó cualquier intento hecho por hombres y mujeres buenos que acabaron, como no podía ser de otro modo, en el cadalso, la cuneta, la tapia del cementerio o el exilio. Este lugar donde, como escribió Julio Camba, el anhelo de un español no es conseguir un coche como el de su vecino, sino que su vecino no tenga coche.

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