Las voces de XLSemanal
Las juergas inéditas de los Rolling Stones
Yo era una chica de cocaína. Solía meterme una raya y limpiaba la casa». En el vocabulario de Jo Wood, exmujer de Ron Wood, hay una palabra clave cuando relata su vida junto con el guitarrista de los Stones: supervivencia.
La repite sin cesar –asociada al consumo de drogas y alcohol– cada vez que habla de Stoned (editorial Cúpula), libro con más de 500 fotografías inéditas, anotaciones, relatos de su diario íntimo y recuerdos de los años en que formó parte del círculo íntimo de la mayor banda de rock de la historia. Lo llamativo es que Wood habla de supervivencia, pero sin dramatismos. De hecho, hay otra palabra a la que, a sus 67 años, también recurre con frecuencia: diversión. Incluso afirma: «lo haría todo de nuevo»
Todo empezó en 1977 en Londres. Jo Karslake, modelo de 22 años, y Ron Wood, de 30, nuevo guitarrista de los Rolling Stones, se conocen en una fiesta. Wood apenas había grabado un disco con la banda, Black and blue, pero quiso impresionar a aquella rubia que fingía no conocerlo y le mostró una copia del álbum en cuya carátula estaba su foto.
«Me pareció un pretencioso y quise divertirme un poco –rememora Jo–. Le dije que trabajaba en el departamento de galletas en unos grandes almacenes. ¡Y se pasó horas esperándome ante la tienda!»
'Entre bastidores podían aparecer Bowie, los Blues Brothers, Tina Turner, Jack Nicholson... Cuando empezaron a llegar políticos, sentí que todo había cambiado'
La persistencia dio sus frutos y, 15 días después, Wood la invitó a París. La citó en un hotel, pero, al llegar, no estaba allí. Pasó la noche sola, pensando en marcharse al día siguiente. Ron apareció a las seis de la mañana... y acompañado.
Sin mirarla siquiera, el tipo que iba con él se sentó en el suelo, sacó todo lo necesario para chutarse y, con la chupa puesta, se inyectó en el brazo. «Cuando la droga le subió, con una amplia sonrisa, me dijo: 'Encantado de conocerte. Me han hablado mucho de ti'. Acababa de conocer a Keith Richards». Pasaron el día intoxicándose y charlando.
Ron Wood frente al espejo, entre volutas de humo.
Fue así como Jo asistió a la creación de una de las cumbres de los Stones: Some girls, su última gran obra, un disco que rejuveneció a la banda y con el que reivindicó el trono del rock en tiempos dominados por la música disco y el punk. Según cuenta Jo, pasaban horas en el estudio y, después, un Keith Richards hasta las patas conducía su lujoso Bentley por las calles de París.
El mítico Some girls, en todo caso, no fue la única criatura concebida en aquellos días. Seis semanas después de conocer a Ronnie, Jo estaba embarazada de su hija Leah. Wood se la llevó a vivir a Los Ángeles, donde se compró una casa a la que también se mudó Richards, tan omnipresente en su vida que el día en que Leah vino al mundo la enfermera preguntó quién era el padre y los dos Stones respondieron al unísono: «Yo».
El embarazo transcurrió de un modo casi clandestino, para evitar interferencias en el divorcio de Ron. «Mick ni siquiera se enteró –rememora Jo–. Incluso me entró varias veces. 'Ni en sueños', le dije. Solo tenía ojos para Ronnie».
Fueron años en que su rutina incluía fiestas hasta el amanecer y despertarse a las dos mientras una niñera se ocupaba de los pequeños. Los niños, en todo caso –en 1983, dos años antes de su boda, nació Tyrone, su segundo hijo–, viajaban con ellos a todas partes. Y eso es lo que fotografió Jo.
«Los he visto tocar 'Satisfaction' cientos de veces sin percibir jamás el menor cansancio»
Se podría decir, de hecho, que irrumpió en el núcleo íntimo de los Stones con una cámara en la mano, muchas veces una Polaroid, como quien retrata a una familia de vacaciones. De ahí el aire tan casero de sus imágenes.
«Entre bastidores –recuerda Jo– siempre pasaba algo, una mezcla de locura y tensión extrema. Y nunca sabías quién podía aparecer: los Blues Brothers, Bowie y Tina Turner, Jack Nicholson, Tom Wolfe... Cuando empezaron a llegar los políticos, comprendí que los tiempos habían cambiado. De pronto, el negocio era la prioridad. Hoy, todas las drogas y el alcohol han sido reemplazados por algo más fuerte y menos dañino: la adrenalina».
En todo caso, asegura Jo, ninguno quería dejarlo, porque lo que más les gusta sigue siendo hacer música y tocarla juntos. «Los he visto tocar Satisfaction cientos de veces sin percibir jamás el menor cansancio»
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