Buenas caras y trama abrupta

El thriller, o cine de suspense, asesinatos e intrigas detectivescas, tiene poca tradición en España, sobre todo si lo comparamos con la serie negra francesa. Flores negras , basada en una novela de Daniel Vázquez Sallés, que sigue los caminos literarios de su extinto padre Manuel Vázquez Montalbán, quiere contribuir a cimentar el género en España. Pero Flores negras resulta una película realmente abrupta. Para empezar, en la trama hay demasiada sofisticación: una historia que arranca en el Berlín este del último año del Muro y que se centra en los escenarios actuales de Barcelona, Viena y Graz. En 1989, la Stasi y la KGB buscan una lista de dobles agentes de la organización Sicómoro, con el resultado de varias muertes y la huida de dos espías que encuentran refugio en España y se llevan con ellos a la hija de una de las agentes asesinadas. Veinte años más tarde, uno de los espías y la niña, ya mujer, a la que aquel trata como a su hija, regentan un restaurante en Barcelona y componen una extraña familia con el otro agente huido que se comporta como tío de la chica.

El macguffin hitchcockiano de la lista perdida es el encargado de hacer avanzar la historia y lo hace de manera tediosa. Por otro lado, nuestra indignación crece cuando descubrimos que el final está fusilado de varias películas y novelas clásicas del género. Además, la narración adolece de una adulteración de los recursos cinematográficos: sobran los flashbacks , hay un uso torpe del montaje paralelo y un abuso de la voz en off que se solapa sobre imágenes futuribles, cosa esta que no sabemos si obedece a economizar el metraje y aligerar el tedio o simplemente es producto de una falta de planificación en la que las voces en off sustituirían a lo no rodado. El caso es que Flores negras tiene un ritmo torpe, sorprendente en la segunda obra de un director curtido en el mundo de la publicidad y que no demostró tales problemas en Hipnos su primera obra, que, al menos, estaba bien contada. Lo que sí comparte Flores negras con Hipnos es la querencia por los rostros de carácter. Sobresale la potencia de las facciones de un puñado de actores españoles y alemanes excelentemente fotografiados, aunque no bien dirigidos. Los tonos grises les dan una apariencia fantasmal a los expresivos caretos de gente como Héctor Colomé, Belén Fabrá, Eduard Fernández o María Grazia Cuccinotta. Aunque quienes de verdad destacan son el fassbinderiano Gottfried John y Tobias Moretti, un rostro que ha acentuado sus inquietantes rasgos desde la época de la perruna serie televisiva Rex . El veterano Maximiliam Schell, de político malo-malísimo, con sus ojos sin luz como un pozo negro, sostiene un monólogo que vale la pena: «No hay nadie mejor cualificado como traidor que aquel que es tu mejor amigo».

«Flores negras». España-Alemania-Austria, 2009. Director: David Carreras Solé. Intérpretes: Tobias Moretti, Marta Etura, Eduard Fernández. ?«Thriller». 106 minutos.