Preferencia
Vigo
27 Sep 2013. Actualizado a las 21:36 h.
Los afectados por las preferentes deben de estar haciéndose de oro. Si protestan, será por vicio. Porque, si uno repasa las noticias de los últimos años, entre el dinero que ya se ha devuelto, el que se está devolviendo y el que se va a devolver, el éxito de los arbitrajes, las partidas consignadas para reintegrar esos fondos, las declaraciones de los directivos y las sentencias favorables dictadas, da la impresión de que no solo el problema está casi arreglado, sino que parece que incluso han cobrado de más.
Ha sido tal el entusiasmo mediático que, si sumas todos los titulares publicados, te da que los preferentistas se están forrando. Lo malo, como en las participaciones leoninas que suscribieron, es la letra pequeña. Y ahí vemos que los afectados por esta estafa colectiva aún controlan, muy a su pesar, un gran porcentaje del capital de Novagalicia Banco. Luego, su dinero sigue ahí metido. Por más que se empeñe el telediario, destacando a quienes recuperan sus cuartos, cuando la mayoría continúa con sus ahorros atrapados. O sometidos a quitas salvajes. La realidad se compadece poco con tanto optimismo sistémico.
La oficialidad, sin embargo, quiere pasar página. Y, así, el drama de los preferentistas tiene textura gráfica de carnaval. Se da más atención a sus disfraces que a sus dramas personales. El tratamiento informativo es el que se daría a una charanga. Los reporteros
cubren el tema como un concurso de rondallas.
A mí todo esto me tiene estupefacto. De una parte, la civilidad de los estafados. Nunca esperé tan buen comportamiento. De otra, la caradura de algunos políticos. Y, finalmente, el papelón mediático. Algún día nos acordaremos de esto y nos pasará como a los bancos: no daremos crédito.