Manuel Romay: «Yo me debo al Arenteiro y marcar siempre es muy bonito; pero soy del Dépor, es así»
Torre de Marathón
El mediapunta, ex del Fabril, anotó en Riazor su primer gol en las dos temporadas que lleva con los de Espiñedo
30 Apr 2024. Actualizado a las 12:50 h.
Cuando concluyó el partido y el jolgorio de la hinchada visitante en la esquina de Pabellón, Manuel Romay no entró de inmediato al vestuario junto al resto del plantel. Se quedó, como Diego Rivas, charlando con amigos y haciéndose alguna foto que inmortalizara la ocasión. La oportunidad de anotar en casa, tanto tiempo después.
El futbolista de Malpica de Bergantiños cumplió un sueño en la portería no deseada, la que defendía el conjunto blanquiazul. «Yo me debo al Arenteiro y marcar siempre es muy bonito; pero soy del Deportivo, es así», aclara pocas horas más tarde de ese festejo interrumpido en cuanto cayó en la cuenta del rival.
Subió a hacer gol entre el barullo al que se sumó incluso ese meta eventual que blindó a los de O Carballiño —«Estoy muy contento por él, porque pudo despedirse así», apunta su compañero— y cazó el último balón en juego para sellar el empate a dos. Echó los brazos arriba con la idea de celebrar un punto importante para el equipo en la lucha por plaza en la Copa del Rey, pero de inmediato juntó las palmas pidiendo perdón.
La casualidad quiso que su estreno goleador en el conjunto ourensano, al que se incorporó en verano del 2022, fuera en el estadio donde aspiró a dar el salto cuando militaba en el Fabril. «Mi familia estaba en la grada y me felicitó mucha gente que yo sé que estaba fastidiada porque había impedido que el Dépor ganase. Que tengan ese detalle es precioso. A mí me queda este recuerdo y el haber podido sumar para mi club, que está haciendo un temporadón; a partir de ahora, como deportivista, que el ascenso llegue cuanto antes, porque seguro que va a llegar».
La ley del ex permitió reivindicarse a este mediapunta de 33 años, ejemplo de dedicación. Figura entre los jugadores de campo que menos están participando a las órdenes de Javi Rey (no llega a 350 minutos); sin embargo, en Espiñedo distinguen su obstinación en aprovechar cada oportunidad. Aunque sea saboteando el triunfo del equipo de su corazón.