La Voz de Galicia

EL INFIERNO ES UN DESMADRE

Televisión

MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ CRÍTICA DE CINE/ LITTLE NICKY A Hollywood le gusta el infierno como a un niño un caramelo, aunque pocas veces se lo había tomado tan a coña como en este divertimento que no consigue centrar su objetivo. Por momentos quiere jugar la baza de la comedia a lo clásico, pero otras cae en la verdulería y el chiste fácil sazonado con exabruptos cuestionables que caen bien entre la chavalada.

04 Jan 2001. Actualizado a las 06:00 h.

Desconcierta encontrarse en el reparto a gente tan solvente como Harvey Keitel, Patricia Arquette e incluso Quentin Tarantino, aunque en este caso más que solvencia sus valores sean puramente coyunturales (lleva la tira sin filmar). Pero no sorprende ver tirando del cartel a Adam Sandler, actualmente junto a Ben Stiller (Los padres de ella) los cómicos de moda en su país. Buena parte de Little Nicky descansa sobre sus muecas y su personaje. Es el hijo ingenuo pero bonachón del atareado Satán, que debe encerrar en una botella a sus dos hermanos huídos a la Tierra para evitar que el padre se descomponga a trocitos. Buena idea de partida sazonada con una serie de gags afortunados (en uno de ellos le recuerdan a Satán que es hora de aplicar su castigo diario a Hitler, consistente en meterle por el trasero una gran piña tropical...), que acaba diluyéndose por causa del mal endémico que afecta al último cine de Hollywood. Para su desgracia las películas andan por los noventa minutos y se les acaba la gasolina cuando van por la mitad. En términos relativos es una comedia que cumple con su objetivo divertir al personal deseoso de echarse unas risotadas, pero en una lectura más absoluta encontramos que el trazo grueso nubla al resto. Si en la escenografía infernal aciertan (el abuelo Satán es un pervertido, al encargado de la puerta tiene dos pechos en la cabeza como castigo y todos se los disputan, un voyeur al que persigue un pajarraco salido...), al resto le falta sazón.


Comentar