La Voz de Galicia

Mujeres de asociaciones de Valdoviño, Cedeira o Moeche se afanan en coser mascarillas

Sociedad

ANA F. CUBA VALDOVIÑO / LA VOZ

Las muestras de solidaridad se multiplican entre los colectivos vecinales

28 Mar 2020. Actualizado a las 05:00 h.

«Vimos que hacían falta, porque había poco material, y que esto va en aumento, y nos decidimos. Hablamos con el Concello y nos pusimos en ello, ya hemos entregado tres o cuatro paquetes de 15 o 20 y estamos esperando que vengan a recoger otro», contaba esta semana Charo Guerra, presidenta de la Asociación de Mulleres do Rural María del Mar Becerra, de Valdoviño. Ella y otras socias de Sequeiro, Meirás o Lago han rebuscado en los cajones para rescatar retales olvidados de las clases de corte y confección, y han puesto a andar sus máquinas de coser.

«Todo esto te duele. Ver a las empleadas del supermercado sin mascarillas, madres de familia y tan expuestas, me sobrecogió», reconoce Charo, que ha confeccionado varias unidades para estas trabajadoras. Elogia el gesto de un vecino, agente de seguridad privada, que perdió a su progenitora hace unos años. «Éramos muy amigas y él ha querido darme las cajas de costura de su madre, con gomas, hilos, etcétera, para que las aprovechemos. En su sector tampoco tienen material de protección», relata.

Plastificadas o de algodón lavable, la mayoría son distribuidas por los ayuntamientos

Las mujeres del colectivo Os Castros de Sequeiro-San Bartolo también se han sumado a esta iniciativa solidaria y ya han entregado al Concello de Valdoviño la primera remesa de mascarillas. «Xuntos e xuntas conseguirémolo», es el lema que repiten desde este Ayuntamiento, que agradece toda la ayuda y el trabajo que realizan los vecinos.

En la asociación María del Mar Becerra plastifican las mascarillas, mientras que en la entidad de amas de casa de Cedeira, que preside Ángeles Villar, han optado por hacerlas de tejidos de algodón, de doble capa, para poder lavarlas. La iniciativa partió de Natalia del Río, comerciante, y las amas de casa la secundaron, igual que el colectivo de patchwork. «El trabajo se reparte, unas cortan y otras cosen», explica Ángeles. La librería La Paz y una frutería son los puntos de depósito y recogida, necesarios para que funcione la cadena de producción, evitando los contactos. Cada una trabaja en su casa.

 

«La mayoría son para las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio del Concello y también para las cajeras de algún supermercado. Sabemos que no son mascarillas homologadas, pero parece que les ayudan a sentirse más seguras», añade la presidenta. Para ella y sus compañeras se trata de una forma de colaborar y de mantenerse «entretenidas» en estas semanas de cuarentena.

Alumnas del curso de costura de la Asociación de Veciños Val de Moeche también se afanan en la confección de mascarillas de algodón lavables, «para que o Concello as utilice ou as distribúa onde sexan necesarias».

 


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