La Voz de Galicia

Servicios que se pasan de frenada y aterrizan fuera del contrato

Santiago

Xosé manuel cambeiro santiago / la voz

20 Nov 2017. Actualizado a las 18:37 h.

Mejor prevenir que lamentar. El consejo no es para oídos de salida. Un buen calendario, verificando que sea del año vigente, es la mejor arma para la prevención de riesgos en las contrataciones. Reservar solo unos pocos meses para elaborar un pliego de cláusulas puede significar que una empresa se adueñe durante un par de años extemporáneos de un servicio municipal. O durante más tiempo, si cabe. Y está cabiendo.

En la política, dejarse arrastrar por el «largo me lo fiais» suele deparar alargamientos de prestaciones a la brava y provocan el enojo de la oposición, que ve venir las extralimitaciones. Existen empresas que mansamente siguen navegando fuera de sus aguas territoriales, pescando más peces, simplemente por despiste de los titulares del servicio. Aparte de que la normativa es para darle uso, se pueden crear coberturas inestables y situaciones desaconsejables. Alguna entidad puede meterse incluso en Couto Mixto, con inclinaciones a un lado o a otro según convenga.

Un calendario, mejor subido de tono que con un tiesto de caléndulas, marca fielmente las fechas para encajar un concurso en plazo. No cuadra en el argumentario político que un rosario de servicios se estrellen contra las rocas del horizonte porque no embarcaron en la licitación a tiempo. El defensa ex céltico Gelo, el mejor marcador de Maradona, le dijo a este cronista que su éxito radicó en adelantarse siempre al toque del genio. «Senón eu estaría perdido», agregó. Pues eso.

Hay empresas que perciben más de un millón de euros anuales en propinas de adjudicación. Al ciudadano le cuesta menos enfadarse. Y los funcionarios advierten. Rescatar facturas de los reparos de Intervención se ha convertido en un deporte municipal. Uno puede ejercitarse para ello en una pista de pádel sin contrato. Servicios de gran calado se han deslizado fuera del plazo porque la previsión se aparcó o porque la vista descansó en otras prioridades dentro de la escala de Compostela Aberta.

Elaborar un pliego no es una labor sencilla, está claro. Corresponde examinar escrupulosamente los detalles y encajar las mejoras, de forma que se beneficie el municipio y no se ahuyente al licitante. A menudo es hilar fino para contentar al administrado. Lo que conviene hacer es calcular el marco temporal, en clave proactiva, aunque es obligado reconocer la existencia de casos apretados de escasa maniobrabilidad y una kilométrica lista de prestaciones externalizadas.

Si a ello se añade la capacidad de Montoro de reventar los botones administrativos, más de uno infiere que muchos compromisos técnicos tienen forzosamente que chirriar. Lo cual no conduce a absolver al gobierno local de turno. Es de imaginar que Compostela Aberta se habrá puesto pilas AAA, sin hache al final, para no tropezar en adelante con la misma piedra.

 

Reconocimiento

El reconocimiento médico tiene muy poco que ver con el reconocimiento político. En la vida pública, el prócer de turno suele arrimar el fonendoscopio, escuchar unos sonidos y traducirlos en otros más eufónicos y agradables de cara a la opinión pública. Sobre todo si atañen a la región intestinal. Noriega ejerció de facultativo cuando declaró lo que otros no declararían ni bajo tortura: que Raxoi no actuó bien en el incendio de Xeneral Pardiñas.

La verdad es que el gobierno local anduvo bastante por las ramas y no descendió a la realidad sufriente de un edificio asolado por las llamas. En esos casos no se trata de compungirse, sino de verificar las consecuencias y echar un cable, sin necesidad de que las víctimas pidan socorro.

Y, mira por donde, desnudamente y sin temor a que el desdoro se le desplomase encima, el alcalde médico dijo que Raxoi marró, no estuvo a la altura y debe aprender de los errores. Una respuesta suicida que, paradójicamente, descubre algo del cielo límpido de la política, habitualmente encapotado o impreso en la carátula de discos duros.

Sorprende lo que nunca debiera sorprender, que un mandatario reconozca que es humano y se equivoca. Y que las medias verdades no son el grado más alto al que puede llegar, como graciosa concesión, un político.


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