Clásicos del verano
Pontevedra
José María Gil Robles, Francis Lorenzo, Mariano Rajoy y Ana Pastor se dejaron ver este fin de semana en distintos actos sociales en la comarca
05 Aug 2002. Actualizado a las 07:00 h.
Ecos de una visita fugaz ¡Eah!.. Lo de Julio fue visto y no visto. Lo cierto es que a pesar de reconocer en uno de los momentos más álgidos de su recital que había compuesto uno de sus temas fetiche Gwendoline, precisamente en Sanxenxo y hace la friolera de 35 años, al cantante más bronceado apenas se le vio por la villa el fin de semana. Sin embargo, su esperado concierto nos permitió comprobar que algunos políticos, como José María Gil Robles, no se pierden un verano en Sanxenxo. Ya hace más de una década que el ex presidente del Parlamento europeo se decanta por la playa de Silgar para descansar de tanto ajetreo en Bruselas. Tangana previa al concierto Cuando Iglesias saltó al escenario, los ánimos se aplacaron, pero los minutos previos fueron de lo más tenso. Todos querían ver al cantante y no parecía tarea fácil con la distribución de asientos. Los de las últimas filas se pasaron a las del medio y con su gesto provocaron el más que lógico enfado de los que estaban ubicados en esta zona. Los gritos de «¡Fuera, fuera!» y un loco meneo de sillas -convenientemente atadas- no llegaron a mayores. El Quijote pudo con los molinos. Tarde de toros Unos con la música y otros, como la flamante ministra de Sanidad, Ana Pastor, en los toros. Del amarillo que lució en la Festa do Albariño por la mañana pasó al traje color fresa para el coso de San Roque (muy spanish). A quien se echó de menos fue a su colega Mariano Rajoy, que también por la mañana había pregonado las virtudes del famoso caldo. La primera de feria tuvo menos caras conocidas que otros años, aunque cerca del palco lució bronceado -que acentuaba con su atuendo blanco inmaculado- el actor de Compañeros, Francis Lorenzo. A falta de Rajoy, fue el artista el que echó grandes bocanadas de humo. Para hablar de las excelencias de las Rías Baixas, podríamos recurrir al diestro Manuel Caballero, que celebró su triunfo por todo lo alto con una mariscada de ídem en el restaurante Román. Entre los comensales, el empresario Eduardo Lozano, que se hizo cargo de la dolorosa.