La Voz de Galicia

«Las últimas 24 horas empezamos a pensar lo peor»

A Merca

edith filgueira ourense / la voz

A Merca y Xunqueira de Espadanedo recuerdan, 20 años después, el asesinato de Miguel Ángel Blanco

12 Jul 2017. Actualizado a las 05:00 h.

Llevaba poco tiempo en la política y era el concejal más joven de Ermua cuando ETA decidió secuestrarlo. Posicionarse en contra de la sanguinaria forma de reclamar la independencia que la banda terrorista llevaba a cabo era motivo para estar en el punto de mira. Y Miguel Ángel Blanco lo pagó con la vida.

Su tío, el ourensano Aurelio Garrido, le preguntó en varias ocasiones si no tenía miedo. Él contestaba siempre que no. Que no se metía con nadie y que nadie tenía por qué hacerle nada. Sin embargo, la ruta que cada día realizaba para acudir a su puesto de trabajo en una gestoría -y que compaginaba con su cargo de concejal- sirvió para secuestrarlo y utilizarlo de rehén. «Era moi traballador e nalgunhas épocas incluso axudou o seu pai como albanel. Cando o mataron traballaba nunha xestoría e facía pouco que rematara os estudos», recuerda Aurelio, veinte años después, en el patio de su casa en Faramontaos (A Merca). Y es en este municipio donde descansan sus restos desde hace diez años. Los padres de la víctima tuvieron que marcharse a Vitoria porque los recuerdos dolían demasiado. «Ninguén coidaba a tumba e cando ían moitas veces había pintadas ou lápidas rotas. Entón decidimos traelo para aquí porque ía a estar máis tranquilo no panteón familiar. Esta é a terra dos pais e tamén é normal que estea con nós», explica. Además, él y su mujer se encargan de recibir a todas aquellas personas que se acercan, para rendirle homenaje, desde diversos puntos del territorio nacional. «A maioría dos que veñen son xente moza, e chegan desde Andalucía, Canarias ou Barcelona. Fai pouco estivo aquí un poeta que lle adicou un libro a súa memoria», añade con emoción. Y es que Aurelio es una conjunción de mirada que recuerda los veranos compartidos con su sobrino y voz que quiere olvidar lo sufrido.

Otro de sus tíos, por parte de padre, Antonio Blanco recuerda que se enteró cuando volvía de un viaje a Xunqueira de Espadanedo de que habían secuestrado a su sobrino. «Yo viví en el País Vasco un montón de años, es un pueblo muy noble, y estos asesinos lo único que consiguieron fue generar odio y rencor a nuestra familia y a todos los vascos -añade- y pensamos que no iban a cumplir su amenaza, pero al final lo mataron».

Multitudes clamaban por todo el país, con fuerza impetuosa, el nombre de Miguel Ángel tras conocer la noticia de su secuestro y la amenaza de ETA de asesinarlo. Nadie olvida dónde estaba cuando se comunicó el trágico desenlace. Fueron tres días que se vivieron como uno solo, con la respiración contenida.

En el Concello de A Merca, al igual que en el de Ermua y en tantos otros españoles, el alcalde convocó un pleno extraordinario y se leyó un manifiesto consensuado por todos los grupos políticos. «Estuvimos encerrados 48 horas esperando noticias suyas, pero por desgracia resultaron ser malas», lamenta el que por aquel entonces era regidor del municipio, Manuel Vázquez Outeiriño.

El actual alcalde, que era concejal en 1997 del PP en el Concello, Manuel Jorge Velo, también estuvo presente aquellos dos días de vigilia. «Al principio pensábamos que no cumplirían su amenaza porque el chantaje que hicieron era imposible de cumplir. Lo vivimos con mucha tristeza y frustración. Pero las últimas 24 horas, y al ver que nada cambiaba, empezamos a sospechar lo peor», recuerda sobre las últimas horas de una víctima que supuso el principio del fin para ETA.

El domingo tendrá lugar una misa en su homenaje en la capilla del cementerio de Faramontaos.


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