«Soy feliz y, aunque tengo años, no me siento mayor»

Con setenta años y una vitalidad inagotable, Jorge Aragón se vuelca desde hace cuatro años con la Cruz Roja ourensana, donde hace un poco de todo. El trabajo que más le apasiona de todos los que hace es conducir los vehículos de transporte adaptado de la oenegé.

-¿Qué tiene de especial esta tarea?

-De todos los servicios que presta la Cruz Roja es el que más me llena, porque es llevar a los mayores a casa, ayudarlos a subir al coche con todo el cariño posible y ocuparte de ellos. Esa es la parte bonita, pero más bonita aún es cuando me ocupo de los niños. Cada uno de ellos tiene su problema y sus complicaciones, pero al mismo tiempo tienen detalles que te llegan al alma. Acabas el día lleno, feliz.

-¿Qué supone ser el Voluntario del Año de la oenegé?

-Es un orgullo, pero yo creo que otra gente lo merecía más que yo. Me lo dieron porque yo estoy jubilado y tengo total disponibilidad. Yo le doy todo el día a la Cruz Roja, pero por méritos lo merecerían cualquiera de los voluntarios jóvenes. Pero sí es verdad que es una satisfacción.

-¿Qué le dirías a los mayores que creen que ser voluntario es una cosa de jóvenes?

-Yo le digo a la gente de mi edad que ni se aburra ni se hunda en la casa, porque la soledad es terrible. Que vengan a la Cruz Roja en las horas muertas, porque van a acompañar y a estar acompañados. Verán que se sale lleno de allí.

-¿Ser voluntario te hace ser feliz?

-Sí, me hace muy feliz. Es una labor que no ve nadie, pero que a mí me llena. Es bonito pensar que hoy ayudo y que mañana me ayudarán a mí.

-¿Te sientes mayor?

-No, qué va. Yo tengo años, pero no me siento en absoluto mayor.