La fatiga como síntoma
Opinión
01 Dec 2025. Actualizado a las 05:00 h.
El título de esta columna nada tiene que ver con la salud, o tal vez sí: se relaciona con nuestro estado anímico. Estamos hartos, ahítos y saturados. No aguantamos más. Cada día es peor, políticamente, que el anterior. Si no es la cárcel de Soto del Real, es una sesión en el Parlamento; si no son las declaraciones ministeriales, es un titular de los noticiarios. Lo que está sucediendo en España resulta, sencillamente, inaudito. A lo largo de los meses hemos hablado de los motivos, varios, por los que caería cualquier gobierno en cualquier democracia (menos en la actual España). Por lo tanto, no insistiré en ellos. Solo voy a proponer, como ejemplo de paroxismo, lo acontecido tras la sentencia que condena al fiscal general del Estado. Lo que ha acontecido no puede suceder en una democracia consolidada. El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, dijo literalmente que la sentencia era una vergüenza. De la facundia y elocuencia de los López socialistas (Óscar, Patxi), uno puede esperar agravios. Pero no tantos. Sus palabras sobre la magistratura más alta de la judicatura, el Supremo, resultan lacerantes para la democracia. Es insólito.
Pero nada más insólito que el papel que está jugando la señora Yolanda Díaz, una de las vicepresidentas del Gobierno de España. Vicepresidenta y ministra. Dijo que la izquierda tenía que salir a la calle contra los «togados reaccionarios». ¿Habrá pensado sus palabras? ¿Responderá su incitación a una estrategia política determinada? (las encuestas minimizan sus resultados y necesita presencia mediática). Fuese cual fuese la causa, las consecuencias de su exhortación son lamentables. Lamentables para la democracia.
Una postura como esta que acabo de citar, unida a otros muchos asuntos, conforma esa fatiga que anuncia el título de esta columna. Steve Bannon, que fue el gran estratega de Donald Trump durante la campaña de su primer mandato, denominaba una situación como la que vivimos con una frase afortunada. «Flood the zone» (inundar la zona). Un amigo, deportivista y audaz, me dice que la expresión es análoga a los «manguerazos» de Javier Clemente antes de los partidos: se trata de embarrar el campo. Inundarlo. Y que nos hartemos. Lo han conseguido. Estamos hartos de Ábalos y Koldo, de su encarcelamiento y su mugre, de Cerdán y Otegi, de sus citas o sus cismas, de la fontanera, de Puigdemont y Gabriel Rufián, un intelectual eximio. Cansados de que nos mientan como si fuese verdad lo que dicen, y que ya nos importe poco. Extenuados de esta legislatura prolongada con unos presupuestos elaborados en el 2022. Agotados, como en aquel álbum de Los Ilegales, de esperar el fin. Porque a esta época cetrina, la peor de la historia democrática española, solo le queda eso: poner el fin. Que hablen los ciudadanos. Que votemos. Y que digamos si queremos continuar así o si precisamos nuevos aires. Tanta fatiga, nos consume.