La Voz de Galicia

Código cana para MAR o Mar

Opinión

Fernanda Tabarés

16 Oct 2025. Actualizado a las 05:01 h.

La frase más tramposa de la temporada la pronunció Miguel Ángel Rodríguez ante el juez. «No es información pero tengo el pelo blanco» es un absurdo lingüístico, un trampantojo sin concordancia que solo sirve para confirmar que a MAR la verdad se la bufa si no le vale para lo suyo. En esa lógica podría haber dicho «No soy de Cuenca pero tengo el pelo blanco» o «No es un solomillo pero tengo el pelo blanco» porque lo que me interesa de esta proposición adversativa no es el cinismo manifiesto de Rodríguez, sino la elevación de la cana a categoría de autoridad, a evidencia de sabiduría, incluso a justificación para todo lo mío. Declinada hasta al absurdo podría derivar, por ejemplo, en un «La maté pero tengo el pelo blanco».

Establece Rodríguez este código cana justo en un momento en el que regresa el pelo blanco a las cabezas de las mujeres, avergonzado como ha estado durante décadas en las que, si no sepultabas tu déficit de melanina en chorros de tinte, te deslizabas sí o sí hacia una vejez o un desaseo innegociable, invisible y reprochable, según los contextos. Cuánta belleza permanecía oculta y menuda gozada esas pelambreras deslumbrantes. Pero, aún a pesar de esta insurrección, las estadísticas indican que se siguen sometiendo a la tortura mensual del peróxido ocho de cada diez señoras.

Si cogemos un grupo humano en el que a buen seguro un porcentaje altísimo de las mujeres presentes tendrán canas, el Congreso de los Diputados, por ejemplo, y repasamos los tintes aplicados comprobaremos que el mensaje de melenas sensacionales como la de Andie MacDowell está tardando en ser codificado. Quizá porque el código cana de MAR sigue teniendo una cara b cuando quien lo reclama se llama Marimar.

 

 

 

 


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