La Voz de Galicia

Duros a cuatro pesetas en sanidad

Opinión

Rafael Arriaza Director del Instituto Médico Arriaza y Asociados

06 Apr 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Cada vez es más frecuente escuchar a personas que tienen un seguro privado de salud, o han elegido su cobertura a través de una mutualidad, quejarse de demoras, listas de espera y pérdida de calidad asistencial. El cuadro médico de las aseguradoras suele ser la referencia de las compañías para captar clientes, y muchos pacientes se quejan de que sus médicos «de toda la vida» han dejado una u otra aseguradora, pero nadie parece pensar cuánto le pueden pagar a un médico o a un hospital por el servicio que prestan si la póliza se oferta a 15 o 19 euros al mes «con todo incluido y sin copagos». ¿Alguien cree que una empresa como una aseguradora, que alcanza beneficios de nueve dígitos, actúa por amor al arte? ¿Que realmente ofrece duros a cuatro pesetas y que su interés fundamental es la calidad de la asistencia de sus asegurados? Entre las causas del problema podemos citar varias, pero quizá las más importantes sean el incremento notable de pólizas privadas en los últimos años y el desencanto de los profesionales que prestan la asistencia, debido al empobrecimiento de los honorarios que las compañías aseguradoras abonan por la asistencia.

 

El informe presentado por Luis Mendicuti en el marco de la Cátedra de Salud Responsable y Sostenible de la Universidad Complutense de Madrid hace unos días, señala que la comercialización de pólizas de bajo coste está generando una saturación en el sistema de salud privado. El informe destaca la existencia de baremos bajos —¡que no se han actualizado desde que se pagaba en pesetas en el año 2000!, por lo que acumulan un IPC de un 70,4 %— y de la necesidad de concienciar al ciudadano del coste real de la asistencia sanitaria para poder adecuar los precios de los seguros, incrementar de forma progresiva los honorarios pagados por las aseguradoras a los prestadores y mejorar la eficiencia de los procesos asistenciales.

El informe revela que el sector privado de la salud en España está empezando a colapsar debido, en parte, a la comercialización de ese tipo de pólizas de bajo coste, mientras las empresas aseguradoras siguen manejando beneficios millonarios: Sanitas (la última en presentar resultados) anunció la semana pasada que alcanzó en el 2022 un incremento en sus beneficios de un 29 %, llegando a los 273 millones de euros.

Mientras tanto, los gastos de la actividad médica (como los de cualquier otra profesión en España) no han dejado de subir progresivamente, junto con el aumento de las gestiones administrativas trasladadas por las aseguradoras a este colectivo, haciendo cada vez más insostenible una práctica médica de calidad. Por ejemplo, las autorizaciones de múltiples pruebas y procedimientos —que antes tenía que realizar personalmente el asegurado—, ahora las realizan el médico o su personal, lo cual facilita las cosas a los pacientes, pero ha obligado a aumentar el personal administrativo a los médicos y centros sanitarios, a la vez que ha simplificado muchos procesos para las entidades aseguradoras, que no se han visto obligadas a aumentar su personal en la misma medida, lo que redunda en sus cuentas de beneficios.

De hecho, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha iniciado un estudio sobre el sector de los seguros de asistencia sanitaria en España, para mejorar la calidad en estos servicios en beneficio de la ciudadanía. Para ello, analizará la integración y relación vertical entre entidades aseguradoras y prestadores de servicios de asistencia sanitaria y las diferencias de poder negociador entre los diferentes agentes que intervienen en el sector, incluyendo a los médicos y a los ciudadanos.

Con una sanidad pública en caída libre y una sanidad privada vaciándose de profesionales, que o se jubilan o buscan establecerse en países en los que la consideración del médico y su remuneración son varias veces superiores a las que hay en España, pintan bastos para la asistencia médica de la población.


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