La Voz de Galicia

La alegría del amor

Opinión

José Ramón Amor Pan

09 Apr 2016. Actualizado a las 05:00 h.

El documento presentado ayer en el Vaticano hará historia. Es un texto largo: 269 páginas, 325 párrafos, 391 notas a pie de página y una oración final... ¡Casi nada! En este artículo simplemente quiero ofrecer algunas pistas para su lectura. En primer lugar, es posible que deje un buen ramillete de frustrados: hay expectativas que no se cumplirán, y para otros Francisco habrá traspasado otra línea roja.

Más importante que la literalidad de tal o cual expresión concreta, es el proceso de diálogo, deliberación y discernimiento que se ha abierto en el seno de la Iglesia católica y que se quiere instaurar como la manera adecuada de resolver las situaciones complejas. «Es mezquino detenerse solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano», escribe el papa. Un poco más adelante dice: «Un pastor no puede sentirse satisfecho solo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares, como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aun detrás de las enseñanzas de la Iglesia para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas».

No habla de la familia en abstracto, ni se queda en el mundo platónico de las ideas, sino que baja a la tierra y da una palabra de ánimo a todas esas personas, en todas esas situaciones difíciles. Muestra la necesidad de seguir profundizando con libertad -y esta es la gran novedad- algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. Francisco recuerda que no todas esas discusiones deben ser resueltas con intervenciones magisteriales; y que hasta el final de los tiempos subsistirán diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella, y eso no es malo si abunda la caridad.


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