La Voz de Galicia

Fabricando con tesón un paraíso perdido

Opinión

Xosé Luís Barreiro Rivas

20 Jul 2015. Actualizado a las 05:00 h.

Iglesias, que iba a mantener la presencia de Podemos en todas las circunscripciones, se muestra dispuesto a que las bases, o la gente, decidan con quién se va a mesturar en cada nacionalidad, o en qué lugares puede repescar las muxicas de IU. El Gobierno, que iba a racionalizar la administración de Tráfico, y dejar de dar el carné por las ferias, cede a las presiones localistas y mantiene todo como estaba. El PSOE, que dejó la cuestión catalana en manos del PSC, y contribuyó de forma decisiva al peligroso esperpento que sufrimos, se envuelve ahora en la bandera de España, y, dispuesto a reformar la Constitución pactando con Podemos, PNV y ERC, se postula como garante de la indisoluble unidad de la patria.

Besteiro, que puso la regeneración de España en manos de los jueces, y que hizo de monaguillo en los entierros de Orozco, Pachi Vázquez y los alcaldes de Ourense y Pedrafita, pide ahora seriedad y solidaridad para zafarse de las garras procesales de Pilar de Lara. Los ganaderos, que decían que la cuota los iba a matar, dicen ahora que sin la cuota se van a morir. Los que pusieron a Tsipras como ejemplo de dignidad, cuando solo hacía puñetero chantaje, lo siguen poniendo de ejemplo cuando traga lo que haya que tragar, cuando liquida a los ministros que mejor cumplieron sus instrucciones, cuando se pasa por el arco de triunfo el resultado de su propio referendo, y cuando llama a los griegos a tener la responsabilidad que él no tuvo. Los ministros de Exteriores y Defensa, que siempre nos dijeron que nuestras tropas andaban por ahí en misión de paz, nos dicen ahora que el problema del Estado Islámico solo aboca a la guerra total. Y así, de chuminada en chuminada, la lista es infinita.

La política española de hoy tiene dos características dominantes. Que solo discutimos en zigzag, diciendo que sí a lo que luego vamos a decir que no, y viceversa. Y que esa dinámica genera un alto nivel de confrontación partidaria sobre temas irrelevantes, o sobre cuestiones que olvidaríamos en un minuto si la masa de líderes cool que están aflorando, y la masa de líderes enmohecidos que va de retirada, no las mantuviesen en candelero de forma artificiosa.

La explicación de todo esto es que, en vez de ir delante de la gente, animando su trabajo y orientando su camino, los líderes de hoy van a la zaga, protegiendo su pequeñez detrás de conceptos esenciales -democracia, libertad- que usan como faca de bandolero. Y la consecuencia es que, enzarzados en bagatelas, nos estamos perdiendo el impresionante espectáculo de este país en proceso de recuperación, y que, lejos de disfrutarlo como una grandiosa ópera, lo vamos a quemar, como si fuese una falla, en una orgía electoral. Es el carmenismo, esa ideología liviana y pueril en la que militan a gusto los que solo son ciegos porque no quieren ver.


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