Ni Lugo se calló
Lugo
01 Apr 2012. Actualizado a las 06:55 h.
No es fácil acallar a un pueblo indignado; y menos aún cuando la indignación es sustituida, en muchos casos, por la desesperación de carecer de lo más elemental para vivir. Cuando se entra o bordea el hambre, estamos hablando de las peores palabras que nos pueden soliviantar, las que ya no aguardan a razones y ponen en pie de guerra a quien lo padece. Lugo tampoco se calló. Salió a la calle para reunir a unos diez mil protestantes, tan indignados como inconformes con las nuevas medidas de recortes drásticos del gobierno. Una crisis que solo la provocaron los banqueros y los políticos tiene que ser soportada, paradójicamente, como siempre, por los más débiles e inocentes.
Mientras se mantiene impune el fraude fiscal de cincuenta mil millones de euros anuales de las clases más pudientes, y se anuncia una nueva amnistía para declarar a estos delincuentes especie protegida por ley, se nos intenta convencer de que solo con ajustes draconianos sobre los más inocentes e indefensos saldremos de la crisis y crearemos puestos de trabajo. Pero, ¿alguien se lo cree? Si hasta el más lerdo sabe de antemano que, si se castiga el bolsillo del ciudadano de a pie, el consumo se hunde y la recesión se dispara. Pero, es lo que mandan Merkel and company. Confieso que nunca presencié una manifestación tan multitudinaria y modélica en Lugo. Y si nuestro barómetro se dispara, imagínense el del resto del país. Pero lo peor está por venir, porque, ojalá me equivoque, se está larvando una gran revolución social. Y eso sí que resulta tan peligroso como preocupante.