La Voz de Galicia

Sandro Chía

Lemos

JERÓNIMO MARTEL

EL ARTE EN OURENSE | O |

10 Jan 2005. Actualizado a las 06:00 h.

EN EL Centro Cultural de la Diputación -planta baja-, expone hasta el día 16 del corriente enero el pintor y escultor italiano Sandro Chia (Florencia, 1946), bajo el título completo Sandro Chia. Pompa magna. No Camiño . Es ésta la primera exposición individual en España de este artista de prestigio ya histórico y alcance universal, lo que sin duda supone un importantísimo logro local, que es de justicia reconocer y aplaudir. Claro está, sin embargo, que la última razón de ese mérito se debe apuntar al prestigio del Camino de Santiago, y, también, consiguientemente, a su gestión por parte del Jacobeo, con la colaboración de la Fundación Caixa Galicia. El tema de la exposición es, precisa y esencialmente, el Camino de Santiago, visto por Chia. Sandro Chia es el indiscutible referente de la escuela -o, más bien, revolución artística, dentro del siglo XX- que, siendo relativamente reciente, pasó a la historia con el nombre de Transvanguardia italiana . La componen básicamente Sandro Chia, Francesco Clemente, Enzo Cucchi, Nicola de Maria, Nino Longobardi, Mimmo Paladino y Ernesto Tatafiore. Pues bien, esa Transvanguardia irrumpió en 1980 en la sección Aperto 80 de la Bienal de Venecia, bajo el auspicio del profesor y crítico de arte italiano Achille Bonito Oliva. Se dice que hoy día quienes trazan el camino del arte no son los académicos, sino los marchantes, pero en este caso lo abrió un crítico: éste, más en concreto. El caso es, en suma, que no se limitó a rotular un movimiento artístico, como hicieron otros críticos: por ejemplo, Louis Leroy, al dar nombre al impresionismo tomándolo del cuadro de Monet Impression, soleil lévant ; o Louis Vauxcelles, al darlo al fauvismo con una exclamación que se hizo famosa. Bonito Oliva fue el promotor internacional desinteresado de la así nacida Transvanguardia italiana, fijada en el tiempo más acá de las llamadas «segundas vanguardias» europeas, que ocuparon las décadas cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado. Las características más representativas de la Transvanguardia, y, por tanto, de Chia, son en esencia que, llevada de un nomadismo cultural prácticamente universal, valida -y utiliza, a su modo- toda la historia del arte occidental, aunque sin respeto reverencial alguno; recurre, además, en la pintura al formato muy grande y subrayando especialmente su factor decorativo; y, en fin, procura acercar su lenguaje llanamente -y con un punto de ironía, amable- al público. Dinamismo Y, por otra parte, las características concretas de Chia -artista central de la Transvanguardia, para el propio Achille Bonito Oliva, quien le asigna el estado de gracia de un estilo corpulentamente italiano- son, en fin, el gran dinamismo de las composiciones, unas gamas cromáticas extraordinariamente ricas, la consumada habilidad técnica y, en fin, la presencia temática constante de la figura humana. ? Según Bonito Oliva, el sueño italiano de Chia podría compararse al sueño norteamericano de Walt Disney, que buscó una iconografía en movimiento, en clave de dibujos animados. En todo caso, la historiadora del arte Lourdes Cirlot concluye que «el nomadismo cultural de Sandro Chía consiste, precisamente, en situarse con su pintura en el centro de esta oscilación entre la gran tradición inherente a los estilos del arte europeo y la producción de imágenes al servicio de la cultura de masas».


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