La Voz de Galicia

Los refugiados sirios apuestan por Erdogan

Internacional

Mikel Ayestaran Antioquía / Colpisa
Sirios cruzaron la frontera turca tras el seísmo de marzo.

El regreso a casa de los 3,6 millones de desplazados que acoge Turquía se convierte en un tema central de la campaña electoral

11 May 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Walid Yousef lleva once años en Turquía, donde han nacido sus dos hijos. El último se llama Akkar y llegó a este mundo un mes antes del terremoto que asoló la frontera entre el país otomano y Siria con más de 56.000 muertos. Yousef perdió su casa y desde entonces vive en una tienda en un parque de Antioquía, la zona cero del seísmo.

«Nos toca volver a empezar de cero, como cuando lo dejamos todo en Siria para escapar de la guerra. Mi barrio en Alepo quedó arrasado por los bombardeos y ahora he perdido mi vivienda aquí», explica este exfuncionario del Ministerio de Salud de su país. No tiene televisión, ni radio, pero sigue al minuto las noticias de la campaña electoral a través de las redes sociales. «Me da pena no poder votar porque si tuviera la opción apoyaría a Erdogan. Cualquiera de los otros candidatos es peligroso para los sirios. No se dan cuenta de que Siria no es un país seguro para nosotros. Si regreso algún día el régimen me meterá en la cárcel como ya ha hecho con otros».

Turquía acoge a 3,6 millones de refugiados sirios registrados, según los datos de la ONU, pero se calcula que la cifra total puede superar los cinco millones. Los tres candidatos que disputarán el domingo el sillón presidencial a Recep Tayyip Erdogan han prometido durante la campaña expulsarlos, porque les culpan del desempleo o de la subida de los precios. El líder islamista, por contra, no ha mencionado el tema en sus mítines, pero en sus planes de futuro está el reasentamiento de muchos de ellos en las zonas que su Ejército asegura al otro lado de la frontera.

Después de doce años de enfrentamientos, Ankara tiende de nuevo la mano a Damasco y los ministros de Exteriores de ambos países mantuvieron un primer encuentro cara a cara en Moscú. El cambio de presidente preocupa a los refugiados, sobre todo porque las encuestas apuntan a un duro pulso entre Erdogan y Kemal Kiliçdaroglu, político socialdemócrata al frente de una coalición de seis partidos que ha prometido «enviar a los hermanos sirios a su patria en un plazo de dos años». Asegura que será «un regreso voluntario».

El eterno aspirante a dirigir Turquía -ha perdido ya en nueve ocasiones frente a Erdogan- plantea además renegociar el acuerdo de migración firmado con la Unión Europea por el que Ankara recibe dinero a cambio de cerrar fronteras a la salida de migrantes hacia suelo europeo. Desde la organización humanitaria IHH, que cuenta con proyectos de cooperación en la parte siria bajo control turco, consideran «poco realista plantear la expulsión de los refugiados porque de momento no se dan las condiciones de seguridad y porque Turquía necesita esa mano de obra», en palabras de su responsable para Siria, Jakub Isik.

Derecho al voto

Con solo pronunciar el nombre de Kiliçdaroglu cambia la cara de Mariam Ismail, quien también vive en una tienda tras perder su casa en el terremoto. Tiene 33 años y llegó hace diez de Idlib, a donde no piensa regresar «porque aquello es una dictadura y Al Asad puede hacer con nosotros lo que quiera». «No me fío de él aunque firme un pacto con Turquía. Éste es ya nuestro hogar. Queremos vivir aquí, pero tememos un repunte del racismo». Mariam perdió a un hermano en la guerra y su padre fue encarcelado por el régimen. Nunca han vuelto a tener noticias de él.

Se estima que unos 60.000 sirios cruzaron la frontera tras el seísmo para ver enterrar a sus seres queridos o ver a sus familias, pero se desconoce cuántos de ellos han regresado. De los 3,6 millones registrados unos 240.000 han logrado la nacionalidad otomana y votarán el domingo.

Entre quienes votarán por primera vez está Mahmud al Jatib, quien tiene claro que apoyará «a Erdogan porque nos ha salvado la vida». Acaba de ser padre y se ha cambiado el apellido para que a su hijo le conozcan en la escuela como Jatiboglu. Mahmud vende café y frutos secos en la calle Balichelar, una de las pocas que ha recuperado algo de vida en Antioquía.

El estallido de la revuelta contra Bachar al Asad le sorprendió en el último año de universidad en Homs, la que fue bautizada como capital de la revolución. No quiere ni oír hablar de la opción de regresar porque «una vez que cruzas la frontera allí el régimen puede hacer lo que quiera contigo. Mi vida ahora está en Turquía, gane quien gane las elecciones». Como en otros países del mundo, los refugiados se han convertido en un arma electoral en manos de los partidos políticos.


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