La Voz de Galicia

Waterloo revive 200 años después

Internacional

Cristina Porteiro

Doscientos años de la batalla de Waterloo

Los descendientes de Napoleón y del duque de Wellington estrecharon sus manos en los actos del aniversario de una batalla que cambió al historia de Europa

19 Jun 2015. Actualizado a las 00:29 h.

«Por todos los franceses de corazón, ha llegado el momento de conquistar o perecer». Las palabras de aliento que dedicó Napoleón Bonaparte a sus tropas en junio de 1815 fueron el elixir de la derrota francesa en una de las contiendas más épicas de la historia de Europa: La batalla de Waterloo. 

Las ansias de conquista del insaciable emperador acabaron sellando su derrota en ese pequeño pueblo ubicado a 20 kilómetros de Bruselas. El ejército francés que arropaba a Napoléon no pudo superar la fuerza y la resistencia del bando aliado, comandado por el carismático duque de Wellington. Ingleses, belgas, holandeses y alemanes plantaron cara por más de diez horas hasta que el ejército prusiano irrumpió para inclinar la balanza hacia los aliados europeos. Las bajas se contaron por miles. 

La sangre y la rivalidad de entonces han dado paso, 200 años después,  a un escenario bien distinto. Waterloo conmemora estos días ese capítulo de la historia que cambió el rumbo de Europa y lo hace recreando sobre el terreno, donde aún se conservan vestigios de la época, el enfrentamiento militar. Cerca de 5.000 figurantes, 300 jinetes y un centenar de cañones se han desplegado para dar color a unos espectáculos que congregarán estos días a más de 180.000 personas: «Ilustra el proceso por el que las fuerzas enemigas se enfrentan ferozmente y precipitan un choque trágico. Y es ese choque el que hará posible una unidad más grande y una armonía más fuerte. Esa realidad es el proyecto europeo», recordó ayer el primer ministro belga, Charles Michel, durante la ceremonia oficial de apertura presidida por el rey Felipe de Bélgica.

A la cita acudieron también los reyes de Holanda, los Grandes Duques de Luxemburgo, y el príncipe Eduardo de Inglaterra, acompañados por el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, quien destacó que el destino de Europa sigue siendo el «acercamiento de sus pueblos». A los pies de la Loma del León, el monumento que recuerda la batalla,  se celebró una ofrenda floral seguida de un minuto de silencio para recordar a los caídos. La banda militar puso el broche a la ceremonia haciendo sonar el himno europeo que ayer apagó los ecos lejanos de las trompetas de guerra.

Sin embargo, el encuentro más emocionante tuvo lugar el miércoles. El actual duque de Wellington, el príncipe Nikolaus Blücher von Wahlstat -descendiente del mariscal prusiano-, y el príncipe Charles Bonaparte -descendiente de Napoléon-, estrecharon sus manos como señal de reconciliación y unidad. Bonaparte lamentó la ausencia del presidente francés François Hollande: «No hay ninguna razón para avergonzarse de su propia historia. Waterloo es el inicio de una leyenda, Napoléon es un personaje mundialmente conocido», indicó. Pero Francia, que celebra con pompa sus hazañas bélicas, parece que prefiere olvidar esta derrota.

El malestar del Gobierno francés con Bélgica a causa de estas celebraciones no es nuevo. En febrero mantuvieron su particular Waterloo diplomático por las 180.000 monedas de dos euros que Bélgica acuñó conmemorando la batalla. París obligó su retirada ante los socios del euro pero Bruselas se las ha ingeniado para poner en circulación otras alternativas. Pero solo en territorio belga.


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