La Voz de Galicia

Los talibanes añaden más tensión

Internacional

Miguel-Anxo Murado

La negativa de Karzai a firmar el acuerdo de seguridad inquieta a EE.UU.

19 Jan 2014. Actualizado a las 07:00 h.

Aparte de su papel en la rutina del caos, el atentado del viernes contra un restaurante de Kabul frecuentado por extranjeros pretende seguramente explotar un momento delicado para el futuro inmediato de Afganistán. El presidente Hamid Karzai, que deberá retirarse una vez que en abril se elija a su sucesor, viene manteniendo desde hace meses un pulso con la diplomacia norteamericana acerca de qué pasará cuando llegue la fecha prevista para el repliegue de la fuerza multinacional, en diciembre. Washington quiere que firme el acuerdo que permitiría la permanencia de unos 10.000 efectivos en el país.

Karzai ha ido poniendo cada vez más condiciones para estampar su firma, entre ellas que las tropas extranjeras no podrán realizar registros en las casas. En parte, desea mejorar su legado con gestos de firmeza de cara a la galería. También pesa el cansancio de una relación con Washington en la que las cosas no han salido como ninguno de los dos esperaba. Y quizás podría haber también aquí un guiño a los talibanes de cara a una negociación de la que Karzai lleva tiempo hablando.

Los norteamericanos, que habían puesto como límite el año pasado para este acuerdo, empiezan a impacientarse. Retomando los ataques espectaculares en Kabul contra extranjeros, los talibanes pretenderían hacerles tirar la toalla. Lo que les preocupa a ellos no es tanto la permanencia de un destacamento extranjero como la de las bases desde las que operan los drones con los que la CIA golpea los escondites de sus líderes.

La situación es similar a la de Irak en el 2011. También entonces Washington pensaba en conservar un destacamento y bases en el país después de la retirada formal, pero al final tuvo que renunciar al proyecto en vista del recelo de su opinión pública y la resistencia de las autoridades iraquíes (solo permanece allí un pequeño número de instructores militares). Pero es improbable que esto se repita en el caso de Afganistán, en parte precisamente por el desastre que ha seguido a la retirada de Irak, a la que habría que atribuir no solo el recrudecimiento de la violencia en ese país, sino también el del yihadismo en la vecina Siria.

Los afganos se han acostumbrado a lo largo de los años a ver a Karzai ceder en el último momento a casi todo, de modo que creen que su intransigencia es provisional. Algunos analistas, sin embargo, opinan más bien que Washington va a llegar, o ha llegado ya, a un acuerdo secreto con los posibles sucesores de Karzai que solo se desvelará después de las elecciones de abril para no perjudicar las posibilidades del candidato.

Porque lo que está claro es que, sea quien sea el ganador, no podrá sobrevivir sin la ayuda internacional, fundamentalmente norteamericana. Esta empezó siendo equivalente al 66 por ciento del PIB al comienzo de la invasión. Hace dos años ya era del 98 por ciento.

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