El Congreso de EE.UU. votará la reforma sanitaria de Obama el domingo
Internacional
La puesta en marcha tendrá un coste de 940.000 millones de dólares en los próximos diez años
19 Mar 2010. Actualizado a las 02:00 h.
En lo que representa el último empujón para aprobar la reforma sanitaria, la Cámara de Representantes de EE.?UU. presentó ayer un nuevo borrador que cifra el coste de su puesta en marcha en 940.000 millones de dólares en los próximos diez años. Paradójicamente, dicha inversión representa un ahorro, ya que permitirá reducir el déficit fiscal estadounidense a lo largo de los próximos veinte años. El recorte estaría próximo a los 138.000 millones de dólares los primeros diez años y alcanzaría 1,2 billones el decenio siguiente.
En principio, los cálculos, realizados por la oficina del presupuesto, suponen una victoria para los demócratas, que querían ampliar la cobertura sanitaria de la población sin incrementar la carga fiscal del país, como había reclamado Obama. Pero hacer cuadrar las cuentas no será fácil. Los recortes al sistema de salud público, Medicaid, obligarán a los hospitales a trabajar de una manera más eficiente bajo la amenaza de ser cerrados si no cumplen las expectativas. Además, se impondrán nuevos impuestos a la industria sanitaria, así como a las familias con altos ingresos.
En contrapartida por estos sacrificios, la nueva ley ofrecerá cobertura sanitaria a 32 millones de personas que ahora carecen de ella y obligará a las aseguradoras a someterse a nuevas regulaciones federales, como, por ejemplo, la imposibilidad de negar el tratamiento a un paciente por sus condiciones preexistentes. En total, se calcula que la reforma reestructurará un sexto de la economía del país, en lo que supone la mayor reforma de la seguridad social desde que Medicaid se creó en 1965.
El coste total de esta reforma se había convertido en un dolor de cabeza entre los demócratas más conservadores, que desde el principio advirtieron que no votarían a favor de una ley que añadiera más déficit. «A aquellos que estaban preocupados, les puedo asegurar que esta nueva ley traerá más responsabilidad a la industria y que permitirá a los estadounidenses una mejor economía», comentaba el propio Obama, quien ayer volvía a llamar a todos los miembros del Congreso a «considerar seriamente cuál sera su voto este fin de semana».
Al cierre de esta edición estaba previsto que la reforma fuera votada en el Congreso el domingo, cumpliendo así con el plazo de 72 horas que debe pasar entre la publicación de una ley y su aprobación. El propio Obama, que tenía previsto viajar a Indonesia este fin de semana, retrasó por segunda vez la visita para poder estar presente en el momento de la votación. Se desplazará en junio.
Durante las últimas semanas, saber si los demócratas de la Cámara de Representantes contarían con los 216 votos necesarios se había convertido en un misterio sin resolver. Ayer, sin embargo, casi nadie dudaba de que la reforma es ya un hecho consumado, especialmente después de que el pasado miércoles el senador progresista, Dennis Kucinich, abriera la veda de las conversiones al asegurar que «aunque muchos de nosotros hubiéramos preferido una reforma más radical, como la seguridad social universal, entendemos que más vale esto que nada».
Para poder aprobar la reforma, la Cámara de Representantes ratificará primero la ley aprobada en noviembre por el Senado utilizando un sistema conocido como deem y que permite pasar un texto sin votarlo directamente (algo que ayudará a limpiar las conciencias de ciertos congresistas que no estaban de acuerdo con el borrador).
Por su parte, otro anexo con los cambios más importantes será votado más tarde utilizando un sistema conocido como reconciliation y que permitirá al Senado aprobar por mayoría simple el texto cuando sea devuelto a su Cámara.