¿La próxima víctima será Taipéi?
Internacional
21 Mar 2008. Actualizado a las 02:00 h.
Enfervorizados por las arengas de Frank Hsieh, candidato independentista en las presidenciales, dos mil taiwaneses se manifestaron ayer en solidaridad con las reivindicaciones de los tibetanos reprimidas por China y expresaron su temor a que Taiwán sea la próxima víctima del Ejército del país comunista.
«Y después del Tíbet ¿será nuestro turno?», preguntaba en esa manifestación Peggy Lee, una taiwanesa de 47 años residente en Estados Unidos que volvió a la madre patria para votar. «Lo que está pasando en el Tíbet es una tragedia, el poder de China es preocupante y representa una verdadera amenaza», insiste esta mujer, informática de profesión.
Entre la muchedumbre reunida abundaban pancartas con lemas reivindicativos como «Tíbet libre» y «Oposición a China», y ondeaba una enorme bandera tibetana. Con un guión meticulosamente preparado, Hsieh apareció en escena y encendió una antorcha como símbolo de la solidaridad con la provincia china.
Bajo una ovación, el orador independentista sacó a relucir el tema que tanto benefició a sus filas en las presidenciales del 2000 y del 2004: la amenaza china. «Apoyamos a los tibetanos en su lucha para hacerse cargo de su futuro», afirmó y, acto seguido, estableció un paralelismo con la situación de la isla. «Nos alzamos contra la represión de China en el Tíbet y sus amenazas a Taiwán», agregó el candidato, quien insistió en que el futuro de la isla lo debe decidir su población.
Taiwán vive fuera de la influencia de Pekín desde 1949, pero el Gobierno chino amenaza con intervenir militarmente si la isla confiere carácter oficial a su independencia de hecho. En marzo del 2005, el Parlamento chino adoptó una ley antisecesión que legitima el recurso a la fuerza en el caso de que isla declare su independencia.
Para Jack Kuo, agente inmobiliario de 27 años, no hay duda: «Taiwán siempre ha estado amenazado por China. Su intervención es una cuestión de tiempo». Y no cree, ni por asomo, la hipótesis de una mejora de las relaciones a un lado y otro del estrecho de Taiwán. «Es muy improbable mientras Pekín tenga un millar de misiles apuntándonos», dice.