Una guerra en nombre de Dios
Internacional
El conflicto religioso entre árabes y judíos, que se niegan a compartir sus santos lugares, dificulta el proceso de paz En Tierra Santa, judíos, cristianos y musulmanes andan a la gresca. El tridente no funciona. Los mahometanos no se parecen hoy a aquellos de Las mil y una noches que escribían cosas tan hermosas como «su cabellera está dispuesta en tres oscuras trenzas y me parece mirar tres noches juntas».
26 Feb 2002. Actualizado a las 06:00 h.
Hoy matan en nombre de Alá y a sus jóvenes suicidas les dicen que ánimo, que palante, que en el cielo le esperan 74 vírgenes como 74 soles. En el libro sagrado de los judíos no hay consejos de táctica militar, sino preceptos religiosos. Y ni con ésas. Los asentamientos palestinos son atacados con el auto sacramental de la dinamita. En Israel, a eso de «no matarás» le pusieron un asterisco encima que pone «según de quien se trate». Pararse en una esquina de Jerusalén es ver desfilar los tipos humanos más diversos, venidos de todos los siglos y de todos los países: Judíos, cristianos -con sus 45 confesiones diferentes- y musulmanes representantes de todos los ritos y orígenes geográficos del islam. Jerusalén es el santuario de las tres grandes religiones monoteístas y quizá por eso siempre ha sido motivo de disputa. Cada una de ellas quiere su espacio. La ciudad está dividida en el sector judío, musulmán y cristiano. El problema surge por el hecho de que dentro de cada sector hay lugares sagrados de las otras dos religiones, lo que ha provocado conflictos entre las comunidades que allí habitan. Esta urbe se ha convertido en uno de los mayores escollos para solucionar el conflicto entre israelíes y palestinos. Ninguna de las partes parece dispuesta a ceder en este terreno. Los hebreos no quieren renunciar a la definición de «capital eterna e indivisible del Estado judío», y los palestinos ni se plantean ceder su soberanía en el sector oriental de la ciudad, anexionado por Israel tras la guerra de 1967. El periodista le pregunta a un fraile de Logroño que lleva trece años en Israel a qué se debe esta guerra de religiones. Responde: «Tal vez, a sus hijos les inculcaron los preceptos de sus respectivos libros sagrados, pero se les olvidó el capítulo más importante, el que habla del mandamiento que dice ''no matarás''».