La Voz de Galicia

Música de acordeón por el abuelo que ya no está

Galicia

j. v. lado cee / la voz
Adriana Castiñeira, ante la tumba de su abuelo en Camariñas.

Una mujer de Camariñas celebra el cumpleaños de su abuelo tocando ante su tumba, tras homenajearlo 20 años en vida

06 May 2015. Actualizado a las 14:49 h.

Él la llevaba a la casa del cura de A Ponte do Porto y después desde Camariñas hasta Corcubión todos los sábados para que, con solo ocho años, pudiese aprender música, con las hijas de uno de los fundadores de la orquesta Nova Palma. Sobre todo quería que tocase el acordeón, que se ha convertido en el instrumento fetiche de la familia.

Ella estudió solfeo, piano, se licenció en empresariales y durante dos décadas, desde aquellos infantiles ocho años, hasta los 30 que tiene ahora jamás faltó a la cita. Cada primero de mayo acudía a la casa de su abuelo y le tocaba, por supuesto al acordeón, el cumpleaños feliz que tanta ilusión le hacía.

Desde el pasado 13 de septiembre el abuelo, José Pérez Romero, O Mantido de Camariñas, ya no está, o quizás sí, porque su nieta, Adriana Castiñeira Pérez, le ha rendido el mismo tributo de siempre, aunque esta vez lo hizo ante la lápida del panteón familiar.

Se ha tejido así una preciosa historia de amor de la mujer hacia el que «era o pilar da casa», que no va a permitir que se la arrebate ni siquiera la muerte.

«Queríao máis que a todos os da casa xuntos e eles sábeno ben, porque llo digo moitas veces. Foi quen me meteu o gusto pola música -que oxalá seguise estudando máis porque me ía ser máis útil que facer empresariais- e o único que me pedía era que lle tocase o acordeón no seu aniversario. ¿Como non lle vou seguir cumprindo ese capricho, aínda que el agora non estea? Vouno facer toda a vida. Non penso faltar nunca», sentencia Adriana que solo tiene buenas palabras para su abuelo, un constructor muy conocido de la zona.

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A súa humildade

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«Era unha persoa que fixo moitísimos cartos e que podía ter dous Ferrari á porta se quixese, pero andou sempre co seu vello Mercedes. Esa humildade e a idea de axudarlle aos demais no que podía fixo que moitísima xente lle quixese ben», relata la orgullosa nieta, que recuerda como eran aquellos cumpleaños del cabeza de familia en los que «viñan todos os amigos e quedábase de festa hasta o día seguinte». También hace memoria de la melodía favorita de su abuelo: «Alma, corazón y vida de Los Panchos, que relata perfectamente como era el» y que ahora Adriana quiere inmortalizar como lema en un tatuaje. Eso sí, antes espera todavía lo que todos en casa consideran «un regalo» que llegará para suplir la falta del abuelo, porque se quedó embarazada justo después de que falleciese O Mantido y ahora aguarda el que será su primer hijo.

Ya para completar el tributo, la mujer tiene una aspiración, que tampoco parece descabellada, teniendo en cuenta la gente sin recursos a la que ayudó y el carisma que rodeada al abuelo, y que no es otra que «recoller firmas para que lle poñan o seu nome a unha rúa de Camariñas». Un objetivo que espera lograr después de que pasen las elecciones, aunque su experiencia al respecto no es muy buena, porque ya se había hablado de algo parecido para su bisabuelo en Fisterra, donde construyó muchas de las casas del pueblo, y «de momento quedou en nada».

En cualquier caso, con calles o sin ellas, los referentes de la familia Mantido, originarios de Carnés (Vimianzo) pero completamente ligados a Camariñas, tienen detrás quien mantenga y honre su memoria.

En lo empresarial lo hace Martín Castiñeira, que está al frente de la constructora que va para un siglo de vida, y de lo espiritual se encarga su hermana Adriana, quien, con música de acordeón a poder ser, se compromete a recordar a los suyos hasta que le llegue el fin de los días.


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