La Voz de Galicia

Nadie quiere a los Spaulding

Galicia

Una familia estadounidense lleva años intentando que algún Estado les conceda asilo. Dicen que su país los persigue por haber tratado de ayudar a los davidianos de Waco

13 Feb 2005. Actualizado a las 06:00 h.

Antes de relatar el calvario de Gary Spaulding y su familia, hay que hacer referencia a otra historia, la que tuvo lugar en una finca tejana llamada Monte Carmelo, en la localidad de Waco, el 28 de febrero de 1993. En ese rancho vivían los davidianos, una secta religiosa derivada de la Iglesia Adventista del Séptimo Día presidida por un rockero fracasado que se hacía llamar David Koresh. Aquel día, unos cien agentes del Departamento de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos irrumpieron en la casa y fueron rechazados a balazos. Cuatro policías y cinco davidianos muertos constituyeron el balance de ese primer enfrentamiento. Después siguieron 51 días de cerco, hasta el 19 de abril, que finalizaron con el recinto completamente consumido por las llamas y el macabro hallazgo de 86 cadáveres, 17 de ellos pertenecientes a niños. Luego vino la polémica, ¿fue un suicido colectivo o una acción provocada por las fuerzas de seguridad?. Ahora volvamos al hoy, al sur de Argentina, a la ciudad patagónica de San Carlos de Bariloche. Allí se encuentran Gary Spaulding, su esposa y sus cinco hijos. El pasado miércoles, el Comité de Elegibilidad para los Refugiados de Argentina (Cepare), negó la solicitud de asilo político a esta familia estadounidense que en el 2003 decidió dejar su país y viajar por el mundo en busca de un lugar en donde quedarse. Antes que Argentina, los rechazaron en Andorra, Francia, Holanda y Suiza. Las desventuras de la familia Spaulding comenzaron precisamente en Waco, en el marco de la tragedia de 1993, cuando quisieron entregar ayuda humanitaria a los davidianos, sitiados por fuerzas policiales. Spaulding, misionero evangélico, relata que junto a su esposa viajó desde Niles, en Michigan, hasta Waco para entregar alimentos y pañales a los miembros de la secta. Al traspasar el cerco que había impuesto el FBI, junto a otro pastor evangelista, fue arrestado y poco después liberado, con el compromiso de no regresar nunca más a Waco. Él asegura que la muerte de esas 86 personas no fue la consecuencia de un suicidio colectivo ordenado por David Koresh, como señala la versión oficial de las autoridades estadounidenses, sino producto de un ataque con gases militares y material inflamable. Spaulding relata que después de la tragedia y del proceso en el que se vio inmerso por haber intentado prestar ayuda a los davidianos, la Justicia ?estadounidense no pudo imputarle cargo alguno, pero mantiene que se convirtió en objeto de persecución por parte de la policía. Persecución Es más, afirma que existe un informe de las autoridades norteamericanas que lo califica de criminal por «obstrucción a la autoridad y falsificación de documentación». Apunta que, en 1997, después de un atentado con un coche bomba al sur del estado de Indiana fue interrogado por el FBI y tratado como un terrorista. Pero, la gota que colmó el vaso y que le impulsó a abandonar EE.?UU. fue una investigación abierta por el Departamento de Niños del FBI en su contra, algo que suponía una amenaza para la custodia de sus hijos. Después de muchas vueltas y el rechazo de varios países a sus peticiones de asilo político, el 17 de diciembre del 2004 la familia Spaulding recaló en Argentina, en la ciudad de Clorinda, fronteriza con Paraguay. Allí solicitaron ?protección en calidad de refugiados e iniciaron los trámites que ahora han finalizado con el rechazo de las autoridades argentinas. Spaulding, que se hospeda en la sede del Ejército de Salvación de Bariloche, asegura que hoy presentará una apelación ante el Cepare, desesperado por conseguir finalmente un lugar en el mundo donde vivir con su familia.


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