Contra la crisis
Galicia
17 Nov 2001. Actualizado a las 06:00 h.
Somos más de medio millón los empresarios gallegos los que tenemos negocios en toda América y que ahora asistimos a la crisis económica con especial preocupación y con la guardia alta para afrontar el futuro. Porque de lo que no tenemos duda es de que, a pesar del grave desplome económico que sufren especialmente las compañías argentinas y de la incertidumbre en la que viven nuestros empresarios de Nueva York y de otros puntos de los EE-UU, el futuro a medio y largo plazo sigue estando en América Latina. Hay más de dos millones de trabajadores latinoamericanos a cargo de nuestras empresas, algunos de ellos emigrantes gallegos como nosotros, la mayoría nativos de cada uno de los países en los que hemos implantado nuestros negocios. Estamos preocupados pero seguimos confiando en el gran potencial de desarrollo económico de un continente que nos ha dado más oportunidades de las que encontramos y seguimos encontrando aquí. El drama humano de los emigrantes, nuestro drama como empresarios retornados, es el de querer volver a nuestra tierra y constatar que Galicia no nos recibe como esperábamos. Y lo que es peor, volvemos sin nuestras familias latinoamericanas, hechas y mejor acostumbradas a vivir en Brasil, Argentina, Venezuela o México que en la tierra de sus padres. Cuando emigré a Brasil en 1953 era profesor mercantil en Ourense, pero el día no me daba para ganar más de 750 pesetas al mes. Como los demás, partí con la esperanza de mejorar. Y como muchos gallegos emigrados a Latinoamérica, conseguí labrarme un futuro mejor para mí y para mi familia. Regresé a Galicia en 1994, después de haber participado en la fundación y presidir la Federación de Empresarios Gallegos en el Exterior (Fegaex) durante tres años. Mis hijos no han querido volver de Brasil y aquí he comprobado, ya como empresario, que las oportunidades y la facilidad de desarrollar negocios siguen siendo más prometedoras en Brasil que en Galicia. Relato mi caso para que se entienda que el retorno de empresarios e inversores gallegos asentados en Latinoamérica es complicado. Es una generación de personas que tiene un puesto relevante en los países que los acogieron, están socialmente bien considerados y, aunque su morriña les llame al regreso, chocan con la voluntad de sus hijos y familias y con la desconsideración social que encuentran aquí. Digo esto en un momento en el que desde aquí podría percibirse que la dura crisis que ahora atraviesan algunas economías latinoamericanas hará volver a los empresarios emigrados. No lo creo. Es cierto que muchos negocios en Argentina se están cayendo. Pequeñas, medianas y grandes empresas de gallegos en Buenos Aires, Río, Brasil o Caracas sufren recesión. Pero hoy, como otras veces en el pasado, el empresario emigrante busca otras posibilidades en la zona y capea el temporal ante las peores expectativas que ofrece cruzar el charco. Mi punto de vista personal y el de muchos empresarios gallegos con los que contacto diariamente es que la mayoría seguirá intentando hacer las Américas, labrarse el futuro en una zona del mundo que aun en crisis sigue ofreciendo enormes posibilidades económicas a los muchos gallegos que siguen intentándolo. Los gallegos de Brasil, a los que yo más conozco, tenemos una excelente reputación empresarial, tenemos influencia social, negocios con futuro y cientos de miles de empleados a los que atender. La morriña no es contrapeso suficiente.