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La música se muda a Oriente

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Hadid proyecta en Dubái y Abu Dabi los grandes teatros de ópera del siglo XXI

24 Aug 2014. Actualizado a las 07:00 h.

En el 2009 Lorin Maazel viajó hasta Guangzhou (China) para dirigir la misma producción de Turandot de Puccini del Palacio de Les Arts de Valencia que meses antes se había podido disfrutar en A Coruña, en el nuevo teatro de ópera que las autoridades chinas le encargaron allí a la arquitecta Zaha Hadid. En sus últimos años, Maazel fue una suerte de Marco Polo de la música clásica. Tras fundar la Filarmónica de Catar, incluso llegó a actuar con la Filarmónica de Nueva York en la impenetrable Corea del Norte.

Meses antes de su fallecimiento, Maazel explicaba aquí mismo el nuevo fenómeno según el cual, mientras Cardiff daba carpetazo definitivo al teatro de ópera que iba a reemplazar a la vieja Welsh National Opera, un concurso que también había ganado Zaha Hadid, la misma arquitecta iraní construía nuevos recintos para la lírica en Dubái y Abu Dabi; Pekín hacía funcionar a pleno rendimiento su nuevo coliseo operístico durante los 365 días del año y la Royal Opera House de Omán se promocionaba como atractivo destino turístico para melómanos en los programas de mano del Covent Garden de Londres. «Es el signo de los tiempos, mientras en Europa los políticos nos desprecian porque creen que somos una amenaza, en otros países se han dado cuenta de que los artistas somos exactamente lo contrario: personas que contribuimos a la estabilidad. La gente que se dedica a las Artes es pacífica, no va a poner bombas; toca música, escribe poemas, pinta? En Oriente nos consideran gente muy constructiva, un modelo y un referente positivo para el resto de la sociedad», detallaba.

Bien lo saben ya los artistas españoles, acostumbrados a girar por el mundo. El verano pasado, el tenor Celso Albelo fue nombrado consultor artístico honorífico de la Ópera de Guangzhou, después de cantar allí su primer Alfredo de La Traviata, y el barítono Juan Jesús Rodríguez acaba de obtener un gran éxito con Il Trovatore en la de Pekín, el coliseo operístico más grande del mundo hasta que Hadid inaugure próximamente el Abu Dhabi Performing Arts Center, con capacidad para 6.300 espectadores.

La primavera árabe y sus aires de apertura han impulsado que algunos de los ricos países del Golfo Pérsico apuesten ahora por el turismo de calidad como una de las alternativas al agotamiento de sus reservas energéticas. Y la cultura se ha convertido en eje central de su nueva estrategia. En torno a la Katara Cultural Village, Catar planifica una oferta de ocio sin precedentes en la zona.

Últimas tendencias

Con sus 22 grados de temperatura media de noviembre a marzo, Doha, la capital, donde se concentra el 90?% de la población del país, es un paraíso. Pero los turistas que dentro de poco la visiten cuando su oferta de hoteles y apartamentos construidos siguiendo las últimas tendencias arquitectónicas, aunque respetando sus raíces árabes, se haya completado no solo podrán gozar de sus hermosas playas. En el epicentro de ese futuro macrocentro turístico ya está a pleno rendimiento la Katara, el imponente complejo que alberga el Teatro de Ópera, sede de la Filarmónica de Catar, en cuya programación Bruckner convive con estrenos de los compositores libaneses Marcel Khalifé y El-Masri.

La oferta se complementa con un teatro de prosa, un anfiteatro para albergar conciertos de todo tipo al aire libre y su Academia de Música, donde los estudiantes pueden optar por aprender un instrumento con fines profesionales o simplemente tocar alguno por diversión, sin exámenes. El futuro del turismo, y quizá también el de la música, pasa por Oriente Medio.


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