Mano a mano artístico
Firmas
Carmen Domínguez y Kike Ortega, madre e hijo, exponen en Sanxenxo
26 Jul 2012. Actualizado a las 07:00 h.
«Soy hijo de pintora -afirma Kike Ortega-. Me he criado en un taller». Para más señas, el taller de Carmen Domínguez. Llevan, como dicen, toda la vida colaborando juntos, «haciéndonos preguntas sobre nuestras propias dudas» y siendo sus mejores respectivos críticos. Y aunque se lo habían ofrecido, sus agendas no les habían permitido exponer juntos. Hasta ahora, en que sus lazos familiares y artísticos coinciden en la Sala Nauta en el puerto deportivo de Sanxenxo, en todo un Mano a mano creativo.
«Habíamos coincidido en ferias de arte, pero compartiendo sala es la primera vez que exponemos; los dos llevamos toda la vida en el pueblo y decidimos que Sanxenxo era el lugar para hacerlo -apunta Kike-. Este un espacio fantástico y nos han dado muchas facilidades al escuchar y atender la propuesta». Explica que diariamente uno de los dos atiende a los espectadores que por la tarde, hasta las dos de la madrugada pueden acercarse a ver la exhibición, abierta hasta el día 31. «El contacto con el público es fundamental -afirma-; el arte contemporáneo es muy complejo y al igual que le pasa a la arquitectura o a la música exige un conocimiento y unos códigos, y nadie mejor que el propio artista para hablar de su obra».
Los otoños gallegos, «con esa luz envolvente y serena que no iguala ninguna otra estación», son la inspiración de las obras que aporta Carmen. «Creo en la belleza y estamos rodeados de ella; solo hay que pararse a mirarla, debemos caminar más despacio y darnos cuenta de lo que tenemos de una manera gratuita a nuestro alrededor. Estas puestas de sol, estos amaneceres, esa brisa que mueve las hojas, ha conseguido una armonía espléndida; eso quiero transmitir». Kike, que es arquitecto, opone a ese color la crudeza de sus materiales (hormigón, metal, madera), a los que deja que aporten sus respectivos valores, «contundencia, calidez, rotundidad, e intento equilibrarlo de la mejor manera posible».
El uso de material de reciclaje no tiene que ver, dice el artista, con un discurso de denuncia: «Realmente trabajo instintivamente y de paso pongo mi granito de arena para conservar la naturaleza, lo que hago es explorar nuevos materiales y estos me dan una gran libertad a la hora de trabajar».
En lo que también coinciden es en valorar «la soledad» del artista. «El arte es ante todo curiosidad, inquietud, esfuerzo, muchas horas de soledad y un no dejar de mirar al mundo; para mí es la forma que he escogido para vivir», explica Carmen Domínguez. «Bendita soledad buscada y no impuesta -añade su hijo-. Aquí nadie me dice nada. Como arquitecto es otra cosa. En un país donde todos somos especialistas en opinar de todo independientemente de que no tengamos ni idea, ser arquitecto resulta cada vez más ingrato».
Ortega afirma que es un artista atípico, «ni soy bohemio ni anárquico» y muy disciplinado. «Entiendo el arte como un oficio, una carrera de fondo donde espero que me dé tiempo a hacer un montón de cosas y que de vez en cuando valga la pena», agrega.