Un rayo de luz

En ocasiones lo cotidiano nos ofrece momentos que se convierten en imborrables por la huella que dejan en el rincón del alma donde guardamos lo que no queremos olvidar. Y quiero compartir con quienes lean esta bitácora -que hoy escribo con un lazo negro en el alma por tantas noticias que, con nombre de mujer, nos parten el corazón- una reciente vivencia, testimonio de cómo algunas personas con la palabra, cuando esta se inspira en los nobles sentimientos, son capaces de poner esperanza en la vida de los otros. Una muy querida amiga, que lleva años luchando con una diabetes que cada día pone más sombras en sus ojos, recibió un mensaje del médico que la trata.

Estaba con ella cuando lo leyó. No era el mensaje del formato tipo. Personalizado y singular decía: Pido que la Navidad traiga un rayo de luz a tus ojos.

Me impresionó, porque no se me ocurre nada que mi amiga necesite más. Pero también porque sentí que en el mundo aún hay lugar para la esperanza si lo hay para la ternura.

Y, con la mejor y más leal de las intenciones, quiero enviar mi mensaje de Navidad a nuestro alcalde.

Le deseo, porque le hablo al político, que pueda recibir un rayo de luz en su mente, que percibo confundida por su institucional soledad, que le ayude a decidir en los asuntos de su competencia en la dirección acertada. Y a recordar que es el alcalde de todos y no solo de la minoría que lo votó. La plaza de Armas puede ser una oportunidad para encontrar aliados que ayuden a poner algo de luz en la penumbra...