«El Avenida es un escaparate»
Ferrol
Ferrolanos ante el espejo: Emilio Vázquez Rey, tercera generación en un emblemático café que cumple 64 años
18 Jan 2015. Actualizado a las 05:00 h.
Emilio Vázquez Rey es el jefe del Avenida, pero sus maneras son las del camarero más aplicado. «Ya lo llevo yo», repite una y otra vez a sus empleados quizá para poder saludar a unos clientes que considera tesoros. «Lo mejor de este oficio es poder hablar con la gente; aquí vienen personas mayores que todavía cuentan historias de la ciudad que se desconocen y son por ello nuestra memoria más viva», explica un hostelero vocacional que enseguida deja claro que Ferrol es su otra gran devoción.
Por eso le gusta tanto estar en su cafetería, repleta de cristalera y de espejos: «El Avenida es un gran escaparate, ves a la gente pasar y crecer. Aquí venían parejitas cuando eran novios que ahora traen a sus nietos a tomar el chocolate». Emilio puede contar esto porque desde los 16 años ayudó a su padre en el negocio, al igual que este hizo con su progenitor: «Los tres nos llamamos Emilio; mi abuelo comenzó en la calle María en el 1947, pronto cumpliremos 64 años aquí», rememora.
Desde la calle María
Su abuelo cedió el primer local que ocupó el Avenida para ampliar la Caja de Ahorros y se mudó, no sin recelos, a la ubicación actual: «Era lógico que desconfiase un poco, en aquel momento no había nada en la plaza, era un campo». Poco a poco se fue tornando en un espacio estratégico, la entrada de la ciudad, y Emilio aún recuerda cuando sus vecinos eran los ocupantes del cuartel de Zapadores, en cuyo solar hoy está el edificio administrativo de la Xunta. El Avenida ha sido el testigo de los cambios de la ciudad, ya que solo se mudó en una ocasión, cuando se terminaron de construir las denominadas casas baratas.
Emilio presume de que en la plaza los únicos que resisten son el ambulatorio y su cafetería a la que, sin embargo, ha realizado muchas reformas para ir actualizándola a los tiempos. No tiene reparos, sin embargo, en confesar que algunas de las que se han realizado en la plaza no le convencen. En especial la de la estatua de Franco: «Retirar el caballo de la plaza de España fue un error, algo innecesario, estaba mejor antes de la reforma y muchas personas venían a ver la estatua». En un lugar en el que casi todo ha cambiado Emilio, sin embargo, encuentra que hay cosas que nunca desaparecen, como la coquetería de algunos de sus clientes que se sitúan ante las mesas dispuestas cerca de los espejos que recubren las columnas. Unos espejos que sirven para retratar a este hostelero de 52 años y se confiese solo un poco, porque reconoce que se le da mucho mejor escuchar que hablar. «Me hace gracia que los clientes se sienten así para mirarse sin que nadie lo note, nosotros los hemos colocado para darle más claridad al local, me gusta que sea casi transparente».
Él comenzó a servir mesas a los 16 años, le dio tiempo a estudiar Turismo, pero cuando murió su padre, hace 26 años, tuvo que dedicarse de lleno al Avenida. Le gusta el trabajo, pero reconoce que es sacrificado: «Lo peor es el horario y que no hay vacaciones ni días festivos, se es hostelero las 24 horas del día».
Presidente de los hosteleros
Le resta importancia a su reciente nombramiento como presidente de los hosteleros: «No implica ningún cambio, porque siempre he estado en la directiva, así que seguiré haciendo lo mismo, como en otras entidades en las que estoy. Me gusta: estar en las asociaciones de empresarios me ha permitido aprender cosas que detrás de la barra no hubiera podido».
Tiene fuerzas para rato y no da por hecho que su hijo (Emilio, como su padre y su abuelo) le siga los pasos: «Estudia Farmacia en Santiago y mi hija Lola es todavía muy pequeña para pensar en esas cosas, solo tiene diez años», cuenta poco antes de salir, corriendo y con una sonrisa, a atender a uno de sus clientes de siempre.
«Estar en las asociaciones de empresarios me ha permitido aprender, detrás de la barra no hubiese podido»
«Retirar el caballo de la plaza de España fue un error, algo innecesario, estaba mejor antes de esa reforma»
«Cuando me miro al espejo veo que ha pasado el tiempo, pero pienso que me veo como una persona que intentó hacer algo en la hostelería y que aún le queda mucho por hacer»
«¿Cómo me veo?»
«Cuando me miro al espejo veo que ha pasado el tiempo, pero pienso que me veo como una persona que intentó hacer algo en la hostelería y que aún le queda mucho por hacer»