«Vemos las turbinas perfectamente; deberíamos poder elegir», se lamenta un vecino afectado
Economía
20 Apr 2008. Actualizado a las 02:00 h.
Existen diferencias claras entre Dinamarca y Suecia. No solo porque el país del sur sea cabeza en la explotación de los recursos eólicos (la empresa danesa Vestas es líder mundial), sino porque sus vecinos del norte habitan en el tercer país más extenso de Europa occidental. Será por eso que Suecia se suma a la lista de Estados que más apostarán por la industria del viento en los próximos dos años, sobre todo en las regiones marinas. Ahora, llega el momento de reflexionar y mirar de reojo a la política danesa. «Es cierto que ha habido conflictos como, por ejemplo, querer instalarlos en lugares protegidos ecológicamente. Pero Suecia es un país de gran extensión y consideramos que se puede encontrar buenos emplazamientos», resume la experta sueca en asuntos climáticos Emma Lindberg.
Sin embargo, en Dinamarca advierten del riesgo. En Lolland, la cuarta isla más grande de Dinamarca, está prevista la construcción de 90 torretas de 145 metros de altura. «Mi familia vive en Blåvand, y vemos perfectamente los aerogeneradores; deberíamos tener libertad para elegir», se lamenta Henrik Bestesch, vecino de la zona. Ese es uno de los grandes inconvenientes que plantea la construcción de largas hileras de turbinas. Otro es el sonido, de escasa fuerza (Lillgrund ronda los 35 decibelios), pero constante. Hay quien cree que estos rascacielos con aspas pueden convertirse incluso en parte del paisaje. «Mucha gente dice que los molinos afectan negativamente a los valores del paisaje. Personalmente pienso que son incluso bonitos y simbolizan la energía ecológica», sentencia sin rubor Nora Skjernaa Hansen, experta de la Sociedad danesa para la Conservación de la Naturaleza.