La Voz de Galicia

El dopaje también llega al golf

Deportes

Paulo Alonso

Gary Player pidió más controles ante la certeza de irregularidades. Los positivos aumentan. Los profesionales admiten que los betabloqueantes circulan bastante

14 Aug 2007. Actualizado a las 02:06 h.

redacción | Mientras muchos deportes estrechan el cerco sobre los tramposos, el golf camina lentamente hacia un control más riguroso del dopaje. Pero, como la trampa siempre va por delante de la ley, las sustancias prohibidas se cuelan por los torneos profesionales. Lo denunció hace días el mítico Gary Player, lo avala el goteo de positivos y lo saben los profesionales, que confirman a La Voz que muchos jugadores toman betabloqueantes para mitigar la tensión y los nervios.

«En el golf profesional hay bastante más dopaje de lo que la gente se cree. Sobre todo, se toman betabloqueantes, porque eliminan el nerviosismo. Dicen que ayudan a controlar la presión. Hay bastantes jugadores que los toman para no verse afectados por la tensión en situaciones delicadas», explica un golfista gallego.

«Diría que en el circuito hay, hoy en día, digamos que unos diez sujetos tomando algo [...]. Podría haber una cantidad bárbara de ellos», comentó Player, ganador de nueve grandes. Habla con la base que le dan dos confesiones y su experiencia en el mundillo. «Un tío me dijo lo que había hecho. Y tuve que hacer un juramento previo antes de que me lo dijera. Y pude ver un cambio físico enorme en él. Otra persona me contó algo que prometí no decir, que confirmaba que otros también lo han hecho», explicó el sudafricano. A sus 71 años, también cuenta cómo algunos doctores le sugirieron tomar la hormona de crecimiento. «Gary, debes tomarla. Te hará más fuerte y golpearás la bola 20 o 30 metros más lejos. Hasta tu pelo mejorará. Pero yo digo que ya lo he conseguido todo en el golf y tengo veinte nietos».

En el golf profesional, sólo Francia y Portugal realizan controles frecuentes. Por eso apenas hay positivos. El corriente jugador italiano Alessandro Pissilli fue el último en descubrirse, hace unos días.

Los datos confirman que el dopaje se abre paso en el golf. Pero apenas se realizan análisis. Una encuesta de la NCAA -la asociación que engloba a 1.200 instituciones que rigen el deporte universitario en Estados Unidos- muestra que el 1,3% de los deportistas tuvieron contacto con esteroides y un 3,5%, con anfetaminas. En los olímpicos norteamericanos, esa proporción baja al 1%. El problema aumenta. La federación francesa da por hecho que algunos profesionales toman esteroides y anabolizantes.

Considerado un deporte de habilidad más que de potencia física durante años, el golf es hoy una de las disciplinas más universales, que mayores premios ofrece y que más ha evolucionado. En los últimos tiempos, los profesionales se musculan porque los torneos también han cambiado, con campos más largos que exigen mayor pegada.

En algunos deportes, durante años se consideró que las sustancias que podían potenciar una faceta del juego al mismo tiempo podían perjudicar otra. «Se ha probado que no hay nada que mejore nuestro juego», considera Nick Faldo.

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) apoya la denuncia de Gary Player. Y pide controles exhaustivos en los mejores torneos. Hasta el momento, los organizadores de los principales circuitos mantuvieron una postura bastante hipócrita, dando por sentado que el dopaje es algo ajeno al golf. Ahora, tanto el circuito europeo como el PGA estadounidense anuncian análisis para el próximo año.

El Royal & Ancient Club de St. Andrews, que vela por la pureza del golf, ordenó controles en el último Campeonato del Mundo amateur por equipos. La iniciativa se redujo a una docena de muestras. El coruñés José Luis Adarraga formó parte del equipo español, pero no fue de los elegidos en el sorteo. Sí pasó muchos controles en su etapa de aficionado, un ámbito dirigido por las federaciones nacionales. «Me realizaron muchas pruebas, pero nunca supe de alguien que diese positivo. Eso sí, desde que soy profesional no me hicieron ninguno», comenta. La situación es paradójica: a mayor exigencia y competitividad, menor control.

La Federación Española sigue todas las directrices del Consejo Superior de Deportes. Entre 1998 y el 2006 practicó 566 controles, la cuarta parte de los cuales se realizaron por sorpresa. No constan positivos. Todos fueron realizados a aficionados, salvo cuatro en el último Nacional de profesionales.


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