Las plagas no tienen edad

¿Qué pensará el equipo de diseño de Inditex cuando uno de sus inventos se convierte en plaga? ¿Se acostumbran, lo proyectan? ¿Alguno, alguna de ellos, gana la porra y se lleva una caña? En las redes sociales, cada semana aparecen un par de plagas zareras que en dos días se trasladan a la calle y se convierten en el uniforme de decenas de mujeres. Ocurre de aquí a Lima, mezcla de ojo clínico y de presencia masiva en Instagram y TikTok de la prenda de marras.

En la tienda de la calle Compostela pregunto a una de las dependientas si tienen mi talla en una de las plagas de la semana. No queda, me dicen, pero esta te vale. Lo dudo, pero me la llevo colgada del brazo mientras busco una alternativa que tape con algo de gracia la piel blanca y las lorzas a las que les toca fin de semana con amigas. Y en esto que otras amigas, que nos sacarán veinte años, montan un alegre jaleo ante uno de los burros. Cinco señoras ruidosas y habladoras que recomiendan a una de ellas que se compre la túnica, que mira qué mona, cómo no te va a quedar bien. Fulanita, ¡pero mira esta! Y me giro para descubrir que están delante de mi propia plaga. Esta ya la había visto, me encanta, le dice su amiga.

¿Sospecharán en Arteixo que el vestido vale no solo para las crías, las influencers que se lo han comprado al por mayor, las treintañeras y las cuarentañeras... sino también para las ruidosas coruñesas que con sus canas y sus risas irán a la playa este verano con la misma túnica que yo?

Confieso que las voces de las señoras fueron el empujoncito que faltaba. Estrené la plaga el fin de semana con mis amigas pensando en la suerte que tendré si dentro de veinte años somos nosotras las que montamos jaleo en Zara.