Mirabal, el oasis de las víctimas
A Coruña
Compartimos la experiencia de mujeres maltratadas en la asociación de Betanzos
04 May 2017. Actualizado a las 17:08 h.
Si va a leer este artículo hasta el final sepa antes dos cosas: una, que solo conocerá aspectos positivos de la asociación Mirabal; y dos, que pese a las múltiples voces femeninas que han participado en este reportaje, no leerá más nombre que el de Ana, la presidenta de la entidad.
Si observa la fotografía, sepa también que todas las mujeres que están de espaldas tienen algo en común: sus exparejas no se pueden acercar a ellas por sendas órdenes de alejamiento. Son mujeres maltratadas y no hablaríamos con propiedad si dijéramos que han vivido un infierno, el verbo en pasado no es afortunado porque ese infierno sigue latente dentro de cada una de ellas. Volvamos a la foto: es fácil deducir ahora que Ana es la mujer de rojo que les habla.
Ana Saavedra es difícil de clasificar. No pertenece a los juzgados, pero se pasa horas en ellos acompañando a víctimas. Tampoco es agente de la Guardia Civil, pero se conoce el puesto de denuncias como pocos. Su sueldo no lo gana como telefonista, pero responde wasaps de madrugada para aplacar la desesperación de las mujeres maltratadas. Porque Ana fue una de ellas. Y tras superar su trágico episodio volcó su vida en atenuar las consecuencias de la ira machista.
Fundó la asociación Mirabal de Betanzos en el 2010 y tras varios años de trabajo silencioso, la Xunta no ha podido obviar sus conocimientos, fórmulas y contactos con las víctimas. Así, desde mayo del 2016 desarrolla programas de vulnerabilidad y reinserción laboral con 32 mujeres maltratadas entre Betanzos y Carballo, financiado con fondos europeos hasta el 2020, y con capacidad para derivar casos al Centro de Recuperación Integral de Víctimas, o a los servicios sociales de un ayuntamiento.
«Nadie te ayuda»
Les damos ahora voz a estas víctimas no menos importantes por asomar sin nombre. Desde sus asientos lanzan mensajes sobre su frágil estado emocional. Cada frase encierra un drama. «Nadie te ayuda, la gente te cierra las puertas»; «La sociedad es muy machista»; «Te dicen ‘‘la culpa es tuya por aguantar’’»; «La justicia no existe para nosotras»; «¿Pero tú sabías que para cambiar a mi hijo de colegio le tengo que pedir permiso al maltratador?»; «Lo primero que me preguntó el juez fue si tenía con qué mantener a mi hija»; «Cuando una mujer no deja que su ex vea a su hijo eso va en primera plana»... Y en medio de estos dardos desesperados, una de ellas, de nuevo sin nombre en esta noticia, rompe a llorar y abandona el local para seguir preguntándose por qué.
Varias de ellas salen detrás. Mano sobre el hombro de la amiga derrumbada. Al final, se tienen entre sí bajo la batuta de Ana Saavedra. «Sin Ana sabe Dios qué sería de nosotras». Recuperan la charla en la sede donde todos los cuadros son marcos que lanzan mensajes de autoestima. «El miedo se puede romper con un solo portazo»; «Algún día diré: no fue fácil, pero lo logré»; o «No eres lo que logras, eres lo que superas». Pues en eso andan en este oasis llamado Mirabal.