«¿Carros? ¡Zorras toda a vida!»
A Coruña
Crónica | El último día de Feira Franca en Betanzos La expulsión de los leprosos marcó una multitudinaria jornada de guerra dialéctica en la Ciudad de los Caballeros. Los fuegos artificiales echaron el cerrojo a la fiesta
13 Jul 2003. Actualizado a las 07:00 h.
?andelaria pasa de los setenta. Vive «justo en la plaza del Ayuntamiento, ¿sabes?», apunta, y señala al horizonte, como si el casco histórico de Betanzos no se acabara nunca. Ayer, ella y su amiga Olga, más o menos de su quinta, eran las únicas que caminaban en dirección contraria a la espantada de los leprosos del pueblo. Pero sí, les gusta la feria. «Porque es una fiesta de comer y la gente deja dinero aquí», cuentan satisfechas. Tanto, que a Candelaria no le duele no haber pegado ojo en toda la noche. «Es una al año, tampoco es cuestión de llevar la contraria», dice. Y siguen su camino, otra vez, en dirección contraria. A pocos metros, la lucha hacia la plaza de San Francisco. Cientos de gargantas abucheaban a los leprosos, que gritaban impasibles ante los ruegos de clemencia y compasión que clamaban los enfermos. Triunfaron los más. Los leprosos fueron condenados. Y su destino llegó en un carro tirado por bueyes de Cambre. «Toda a vida foron zorras, non carros, que teñen catro rodas», espeta, enfadado, un betanceiro de pro. Queda en el tintero lo que diría si escuchara cómo un niño, corriendo delante de la zorra, se quejaba de la cercanía de los ¡búfalos! Guerra dialéctica en la Ciudad de los Caballeros. Y de las otras, también. Maese Mizzay, desde el puesto de un taller de espadería de Toledo, confiaba en que nadie usara la cantidad de dardos de Frodo (sí, el hobbit de El señor de los anillos ) que vendió durante los días de Feira Franca. «También gusta la espada de los Templarios, aquí saben de eso», explica. A media mañana, un saltimbanqui se plantó delante de Jadija. Es saharaui. Lleva desde el martes en una casa de Valdoviño. La acróbata le animó a divertirse. Ella sonreía. «Es que todavía no entiende», dice Luz, su hermana en España. Y Jadija no paraba de sonreír. Todos la miraban, sobre todo Jaime Rey y Santiago Castro, dos artesanos que arreglaban zapatos en vivo. «¿Un oficio en extinción como los del Medievo? Sólo en Betanzos hay cuatro zapaterías que pagan sus impuestos. Será por algo, ¿no?», replican ante la curiosidad que despierta su quehacer. «Sólo si seguís usando tenis tendremos que cerrar el chiringuito», le dicen a una joven. Ayer, el chiringuito lo cerraron el torneo medieval y los fuegos artitificales de la medianoche.