La Voz de Galicia

Laura Añón, cantante de orquesta: «Espero volver a los escenarios, pero mientras tanto seguiré en el bus»

Al Sol

Elena Carrera /  Redacción / La Voz J. B. Redacción / La Voz
Laura Añón, cantante de la orquesta Finisterre, posa junto al autobús en el que trabaja.

La inactividad del sector verbenero causa una huida de sus profesionales hacia otros oficios

15 Aug 2021. Actualizado a las 05:00 h.

La pandemia ha cambiado muchas cosas a nuestro alrededor: cómo pasamos nuestro tiempo, dónde y con quién nos relacionamos, y en especial, de qué forma nos divertimos. Pero para aquellos que trabajan en el divertimento y el ocio, el giro que ha dado la vida ha sido mucho más brusco, si cabe.

Claro está que la verbena ha sido uno de los escenarios peor parados este año. Tras un verano pospandémico donde ni se trató de arrancar, esta última temporada estival comenzó con unas expectativas que no se cumplieron. Y en un sector claramente estacional como el de la fiesta, los profesionales se han visto obligados a salir adelante y buscar alternativas profesionales mientras el panorama no remonta.

Laura Añón llevaba años al frente de la orquesta Finisterre, además de participar en el show como cantante. «Como tenía ya el carné de autobús por llevarlo a veces de fiesta en fiesta, empecé a echar currículo en empresas de transporte. Me funcionó con el escolar el curso pasado, y continuaré durante el siguiente».

La intérprete ha permanecido alejada de los escenarios desde el momento en el que estalló la crisis sanitaria. Lo que le queda, nadie lo sabe. «Llevamos un año y medio sin absolutamente nada», describe con resignación.

Añón, durante una actuación al frente de la orquesta Finisterre.

«Estuvimos en ERTE el verano pasado, pero después busqué otras alternativas». Carlos Gómez era el técnico de sonido y montaje de la orquesta Principal, pero ya lleva tiempo dedicándose a otras cosas. A los mandos de un camión frigorífico, ahora su mundo es el transporte de alimentos.

Toda la vida en los escenarios

«Llevaba dieciséis años en el sector», relata Gómez. «Sin compaginarlo con nada, ni dedicarme a otra cosa. Toda mi vida laboral en este oficio». Demasiados años como para cambiar el registro, pero la pandemia es lo que tiene: sus consecuencias son insospechadas.

«Ojalá esto fuese un cambio temporal, es lo que más quiero. Pero ahora mismo lo veo muy fastidiado», explica el extrabajador de Principal. «Y tal y como está el ambiente, el miedo que se le tiene a la verbena... Muy difícil».

«Yo tengo esperanza de volver pronto a los escenarios, pero creo que los que nos dedicamos a esto tenemos que tirar mirando el día a día. Está claro que todo cambia de un momento a otro», opina Añón. Y aunque el consejo es bueno, también es difícil de seguir, especialmente tras toda una vida en el espectáculo.

La pregunta que todos parecen rehuir, a pesar de su importancia, es qué futuro le ven al sector. «Yo me pregunto si realmente tiene alguno», confiesa Carlos, «Porque ni yo lo se. A mi me parece que la fiesta, tal y como la conocíamos, se acabó. Pero a lo mejor estoy engañado, ojalá estarlo».

«Ahora trabajo por dinero, en la música era por pasión»

«Dieciocho meses y casi cuatro días. Eso es lo que llevo sin actuar». El recuento que lleva Carlos Colmenares, creador y cantante de la orquesta La Favorita, es de lo más exacto. Él y su compañero de profesión, Jesús Alberto Antequera, han sufrido de primera mano la inactividad del sector verbenero, que les ha obligado a cambiar los micrófonos y los focos por la caja de herramientas. «Actualmente trabajamos en conjunto, como instaladores de fibra óptica en Movistar», comenta el artista.

La reconversión no ha sido fácil; aunque ambos han tenido suerte en encontrar un empleo con el que poder mantenerse, decirle adiós al mundo del espectáculo, aunque sea una despedida temporal, se hace cuesta arriba. «De cuarenta años que tengo, veinte los he pasado trabajando en la verbena, aquí en Galicia. Me he dedicado a esto toda la vida», explica Colmenares, con cierta nostalgia.

«Busqué otro trabajo desde que comenzó la pandemia», relata. «Cómo íbamos a arrancar, ni siquiera este verano, con la situación que hay... Lamentablemente, las condiciones no sirven para que nosotros podamos realizar nuestro trabajo. Toca esperar».

Con esperanza

Aunque se acercan los dos años desde que Colmenares y Antequera terminaron el que sería, aún sin saberlo, su último espectáculo, ninguno de los cantantes pierde la esperanza de poder volver junto al público. «Desearía que se acabara la pandemia para que esto solo fuese algo temporal», comenta. «Este es un trabajo que se hace por el dinero, pero la música es por pasión. Y dichosos los seres humanos que tenemos la oportunidad de trabajar en lo que verdaderamente nos gusta». Colmenares no puede evitar emocionarse recordando sus años amenizando fiestas patronales. «En cuanto acabe todo esto, espero poder regresar a mi oficio».

Pero, aunque la esperanza es lo último que se pierde, la situación no deja de ser preocupante e incierta. «Actualmente, no le veo un futuro a la verbena en Galicia. Al menos de inmediato...», zanja el cantante. Solo el tiempo dirá si tiene razón.

Carlos Colmenares y Jesús Alberto Antequera, en plena jornada laboral.

«No estamos seguros de que vaya a tener el éxito que tenía antes»

Trini Blanco y su marido, Enrique Fernández, formaban parte de la plantilla de la orquesta Trébol, como técnica de sonido y músico trompetista respectivamente. «Yo llevaba trabajando desde el 2012, pero Enrique...Toda la vida. Aproximadamente veinte años», relata Trini con algo de nostalgia. «Desde que comenzó la pandemia hemos tenido que buscar otras cosas».

Actualmente, Enrique trabaja en una empresa de autobuses escolares; al no haber clases en verano, se dedica al reparto de fruta. Por su parte, Trini ha trabajado en supermercados de la zona, pero está actualmente en el paro.

«Yo deseo volver a trabajar como antes porque me gusta, pero lo de mi marido es una necesidad», afirma con rotundidad Blanco. «Él es músico de profesión, debe volver».

La inmersión de Enrique en el mundo del transporte, sea escolar o de mercancías, no es reciente. El trompetista ya contaba con ese puesto de trabajo antes de la pandemia, y conciliaba el empleo de día con las actuaciones de noche mezclando un trabajo por necesidad con otro por pasión. «Pensamos volver en cuanto se pueda, pero compaginando con otros trabajos. Nunca dejarlos por el mundo de la orquesta», afirma su mujer. «Porque tampoco estamos seguros al cien por cien de que esto vaya a funcionar como antes».

El matrimonio no pierde la esperanza de que la situación mejore, al menos en un futuro. «En la orquesta pensábamos arrancar este verano, pero al final no hemos podido». Trini tiene claro que la fórmula actual, con asientos y prohibiciones, no casan en absoluto con la verbena. «Tampoco tenemos claro que vuelvan a ser las fiestas que eran antes», indica. Solo les queda esperar... como a todos.


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