La Voz de Galicia

Juan el flautista mágico

Al Sol

Juan Ignacio Cal Río

Juan Ignacio Cal Río. 43 años. A Coruña. Agente de seguros

10 Aug 2018. Actualizado a las 05:00 h.

En una calle oscura en una vieja casa vivía un niño llamado Juan; su padre era pescador y su madre hacía arreglos de costura y el dinero no llegaba para una casa mejor. Juan no tenía muchos amigos en el colegio; se burlaban de él porque siempre estaba distraído y no le gustaba el fútbol. Juan se contentaba con la música; en los recreos del colegio se sentaba en una esquina a tocar una pequeña flauta que su abuelo había tallado para él. Los compañeros murmuraban que era raro.

Su vida era muy triste porque siempre estaba solo. Al poco tiempo era invierno; el mes de diciembre su padre enfermó de neumonía en unos días en que el mar estaba muy embravecido y hacía mucho frío. Duró un mes y a finales de enero falleció. Su madre entró en una profunda depresión y las deudas los amenazaban.

En el colegio nadie le preguntaba cómo se sentía y él se fue encerrando cada vez más en sí mismo. Una tarde de miércoles decidió que no quería seguir viviendo y se fue a un puente que quedaba a un kilómetro del colegio que atravesaba el río Rojo; un río muy profundo. Se subió a la barandilla con la intención de saltar; casi estaba a punto de hacerlo cuando vio venir una pequeña lancha a lo lejos y una figura de un hombre que le dijo: «¡No lo hagas! Toca la flauta, toca, hijo mío». En un momento pudo distinguir el rostro de su padre y a los pocos segundos se desvanecieron la barca y su padre.

Aquella imagen de su padre reconfortó a Juan y volvió al colegio. En ese momento se estaban impartiendo clases de matemáticas. Juan, sin mediar palabra, entró en clase tocando su instrumento. Aquel día la flauta sonaba como nunca; había magia en aquella música. Tanto la maestra como los alumnos quedaron como en un estado de hipnotismo; de repente un resplandor iluminó el aula y aparecieron pequeños duendes. Eran personajes de pequeña estatura y gorros rojos y azules que bailaban al son de la flauta; fue un momento de felicidad total. Nunca Juan había sido tan feliz. Acabó la interpretación y los duendes desaparecieron; muchos de sus compañeros corrieron a abrazarlo. La maestra de matemáticas era amiga del director de la filarmónica y le presentó a Juan diciéndole que tenía un talento increíble con su instrumento. Juan pasó a formar parte de la filarmónica y cada vez que interpretaba una pieza el aire se llenaba de magia; ganó mucho dinero en la orquesta y le compró una gran casa en el campo a su madre en las afueras; de manera que fue saliendo de su depresión al ver a su hijo feliz. Eso sí, de vez en cuando Juan se acercaba al río Rojo e interpretaba una pieza con su flauta mágica; siempre veía a su padre saludándolo con la mano derecha desde su lancha.

 


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