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Al Pacino: «Eran todos chicos guapos... y entonces llegué yo»

Memorias de una leyenda

Al Pacino: «Eran todos chicos guapos... y entonces llegué yo»

En 2020, en plena pandemia, estuvo técnicamente muerto, sin pulso, víctima de la covid, según acaba de reconocer. No obstante, a sus 84 años, sigue trabajando, dice, con la misma ilusión con la que comenzó. Quizá porque nunca planeó ser famoso. Su más reciente interpretación ha sido en Modì, Three Days on the Wing of Madness, película hace poco estrenada en el Festival de San Sebastián de la que es también productor y que ha marcado el debut de Johnny Depp como director. De todo eso y más habla en sus memorias, Sonny Boy.

Martes, 08 de Octubre 2024, 10:42h

Tiempo de lectura: 8 min

Tras haber cumplido los 80 años la mayoría de los actores que han ganado varios premios Oscar y Tony piensan en escribir sus memorias. No era el caso de Al Pacino. No creía que un día fuera a escribir un libro sobre su vida y su carrera profesional, por la simple razón de que no se acuerda muy bien de lo que hizo en el pasado, sobre todo, en los años setenta. Sin embargo, ahora, a sus 84, motivado acaso por verse casi muerto en 2020, en el origen de la pandemia, por una infección de covid, publica (el 15 de octubre) sus memorias: Sonny Boy. O como la editorial promociona, «la autobiografía de un hombre que no tiene nada que temer ni ocultar».

Esa misma actitud ha mostrado al revelar lo de casi haber muerto de covid en 2020. Lo ha contado recientemente en entrevistas concedidas a The New York Times y la revista People con sus ya característico desenfado: «Me sentí mal, extrañamente mal. Luego tuve fiebre y me estaba deshidratando y todo eso. Entonces conseguí que alguien me consiguiera una enfermera para hidratarme. Estaba sentado allí en mi casa y ya no estaba. Así. No tenía pulso. En cuestión de minutos estaban allí: la ambulancia frente a mi casa. Tenía alrededor de seis paramédicos en esa sala de estar, y había dos médicos, y tenían estos trajes que parecían ser del espacio exterior o algo así. Fue algo impactante abrir los ojos y ver eso. Todos estaban a mi alrededor y decían: ‘Ha vuelto. Él está aquí'».

«Si en los setenta hubieran existido los móviles, habría fotos mías muy inquietantes»

Habrá que ver qué cuenta de aquella década que creía olvidada, y a la que se refería siempre como un borroso manchón en la memoria, producto del consumo habitual de drogas y alcohol. «En los sesenta me encontraba bien, pero en los setenta me sentía fuera de lugar; me hice famosísimo de la noche a la mañana», cuenta. En aquella década se convirtió, en efecto, en una estrella al ser nominado al Oscar cinco veces –por las dos primeras películas de la saga El Padrino, por Serpico, Tarde de perros y Justicia para todos– y al interpretar, a su vez, el Ricardo III shakespeariano en Broadway.

«En aquellos años, los actores eran todos guapos… hasta que, de pronto, aparecí yo. Nunca ambicioné convertirme en una estrella de cine. No era mi objetivo en la vida, la cosa me pilló completamente desprevenido, y creo que eso explica en parte que aquella fuera una década tan complicada para mí. Yo era un poco salvaje y descontrolado, y llevaba una vida muy loca». Ríe. «Como puede ver, ahora estoy mucho mejor. Lo que demuestra que es posible sobrevivir a ese tipo de cosas».

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Y llegó a la cumbre. La alcanzó a pesar de que —dice— «nunca quise ser el Padrino. Es más, pensaba que a Coppola se le iba un poco la cabeza cuando me ofreció ese papel».

Durante ese pasado intenso tuvo que compatilizar trabajo, noviazgos y excesos con las visitas a sus hijos mellizos, ahora de 23 años, Anton y Olivia, quienes se criaron en Los Ángeles junto a su madre, la actriz Beverly D'Angelo. «Su madre y yo siempre hemos vivido cada uno en su casa, lo cual es un factor que considerar –dice–. Los niños vivían en su casa y venían a verme a la mía, por lo que siempre estaban llevando cosas de un lado a otro, aunque con los años se han ido acostumbrando. Entre otras cosas, porque constantemente he estado a su lado, desde el día de su nacimiento».

«No me acuerdo de mucho de lo que pasó en los setenta. Llevaba una vida muy loca. Dejémoslo ahí. Pero soy la muestra de que se puede sobrevivir a ese tipo de cosas»

Pacino tiene otra hija de 34 años, Julie, fruto de su relación con la profesora de arte dramático Jan Tarrant. Según explica, Julie también es actriz «y hace lo que de verdad le gusta, de forma vocacional y con verdadera pasión». Vestido con un traje oscuro y arrugado, con los faldones de la camisa por encima del pantalón y con un fular en el cuello, el actor bebe café a sorbitos de un vaso de plástico. Al comienzo de su carrera profesional, Pacino trabajó como humorista de club nocturno y está claro que sigue disfrutando al contar historias divertidas. Muchas de las anécdotas tienen origen en su experiencia en el mundo del teatro.

Debutó en Broadway en 1969 con la obra Does a tiger wear a necklace?, por la que ganó su primer premio Tony. A diferencia de muchos actores procedentes del teatro que con el tiempo se han convertido en estrellas de cine y han dado la espalda a los escenarios, Pacino ha seguido trabajando en el teatro de forma regular.

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El chico sencillo. Pacino, en 1974. Ya había hecho El Padrino y Serpico y preparaba Tarde de perros. Se convirtió en actor de culto en tiempo récord. A principios de los ochenta, su carrera se resintió un poco, pero Scarface –en el 83– lo devolvería a lo más alto.

«Sigo teniendo las pesadillas típicas de los actores», asegura. Y alguna se le ha hecho realidad. «Recuerdo que estaba interpretando una obra de Shakespeare. En un momento dado dije: 'Señor, acabo de traeros esto y lo otro' y seguí dale que te pego con el diálogo, hasta que me di cuenta de que mis palabras eran de otra obra de Shakespeare. ¡La representación era de Hamlet, pero yo estaba largando frases de Julio César! '¿Y ahora cómo salgo de esta?', me pregunté. Estaba muerto de miedo».

«Recuerdo que otra vez, cuando aún era relativamente joven, nuestra compañía estuvo representando ocho funciones de Shakespeare por semana. Al cabo de unos días, me encontraba exhausto. Hubo un momento en el que me tocaba decir una larga parrafada en escena y, de pronto, pensé: 'Estoy diciéndolo todo dos veces. Estoy repitiéndome, pues esto ya lo he dicho antes. ¿Qué es lo que me pasa? El público va a empezar a levantarse y marcharse cuando se dé cuenta de que el inútil del escenario está diciéndolo todo por duplicado'. En realidad no era así. Lo que pasaba era que un par de horas antes había largado la misma parrafada».

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Dedicado a sus hijos. Pacino con tres de sus cuatro hijos en un evento del año pasado. El actor asegura que siempre ha estado ahí para ellos. «No quiero ser como mi padre. Soy responsable de ellos», dice.

Pacino nunca ha estado casado. Entre sus distintas parejas se han contado las actrices Jill Clayburgh, Diane Keaton, Marthe Keller, Kathleen Quinlan, Debra Winger y Penelope Ann Miller. Salió durante diez años con Lucila Solá (o Polak, su verdadero apellido), una actriz y modelo 40 años menor que él. Rompieron en 2018 y él encontró un nuevo amor en la modelo israelí Meital Dohan, también bastante más joven. Tampoco prosperó la relación. Su última conquista conocida es Noor Alfallah una productora de cine kuwaití, de 30 años, 54 menos que él, y con quien ha tenido en junio de 2023 un hijo, Roman. El cuarto ya de su vida. Si siguen o no juntos hoy, nadie lo sabe. Lo más reciente (y parece más que un rumor) es que no estarían ya juntos. De hecho, se ha visto a Noor Alfallah con el presentador de televisión estadounidense Bill Maher. La imagen de ellos en el coche de él —dicen que saliendo de un hotel— se ha viralizado.

Infancia y futuro

Nacido en el degradado barrio neoyorquino de East Harlem, tuvo una niñez «complicada». El adjetivo es suyo. Su padre, Salvatore, albañil de profesión, abandonó a la familia dos años después del nacimiento del actor. Pacino creció con su madre, Rose, y sus abuelos. El dinero escaseaba en el hogar familiar, y Pacino se marchó de casa a los 16 años para vivir en el ambiente bohemio de Greenwich Village, donde trabajó como acomodador en un cine y se integró en un grupo teatral. «El mundillo del teatro vino a ser mi familia durante muchos años... De hecho, sigue siendo mi familia», indica.

«La gente no sabe que yo empecé haciendo monólogos cómicos. De hecho, no se lo cree cuando lo cuento. Pero yo me veo a mí mismo así, haciendo comedia»

Tras formarse en el Actors Studio de Lee Strasberg e interpretar a Michael Corleone en El Padrino en 1972, Pacino ha sido nominado al Oscar ocho veces. Finalmente consiguió el galardón en 1992, por Esencia de mujer. Ha sido premiado con el Tony en dos ocasiones y se ha convertido en una figura tan icónica como duradera en el teatro y el cine. Ha creado personajes tan memorables como Serpico, Scarface, Big Boy Caprice en Dick Tracy y el gánster de tres al cuarto Lefty, en Donnie Brasco. Junto con Dustin Hoffman y Robert De Niro, contribuyó a ponerle fin a la tradicional convención hollywoodiense de que todos los protagonistas masculinos tenían que medir más de un metro ochenta y gozar de una apostura varonil. Le ha llevado cierto tiempo, pero finalmente se ha acostumbrado a la fama y al éxito.

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Las prefiere jóvenes. Con Lucila Polak (izquierda) vivió un romance durante más de diez años. Sus últimas novias han sido mucho más jóvenes que él. A Noor Alfallah (derecha), la madre de su último hijo, le saca 54 años. Ya no son pareja.

«Hace años, mi gran amigo y mentor Charles Laughton me llamó la atención sobre algo: 'Al, sigue sorprendiéndote de que los desconocidos se acerquen a saludarte cuando andas por la calle'. Era un hecho. Me sorprendía, no veía la razón por la que me paraban en plena calle. Pero como el gran Lee Strasberg me dijo en otra ocasión: 'Querido, uno tiene que hacerse a la idea'». Pacino sigue en la brecha. Entre sus últimas películas como actor (también ha dirigido) destacan El irlandés (por la que fue candidato al Oscar) y La casa Gucci. «Cada vez pienso más en el paso de los años, y he llegado a un punto en el que tan solo quiero trabajar en papeles que me interesen de una forma personal», dice.

Y se embarcó por ello en la prometedora aventura de llevar al cine la vida del pintor italiano Amedeo Modigliani con Jonnhy Depp como director debutante. A sus 84 años, y con un hijo nacido hace sólo 14 meses, Al Pacino no para: ha visto estrenarse recientemente Modì, Three Days on the Wing of Madness en el Festival de San Sebastián y, en apenas días, publica las memorias que nunca creyó que un día escribiría.