Volver
Historia

Los secretos de la vida íntima de Charles de Gaulle

El líder de la resistencia francesa, Charles de Gaulle, fue un hombre retraído del que apenas hay fotos familiares. Su debilidad por su hija Ana, con síndrome de Down, es de los pocos detalles que se conocen de su vida íntima.

Fátima Uribarri

Lunes, 22 de Noviembre 2021

Tiempo de lectura: 6 min

Tu hermanita ha muerto en mis brazos. Que la pequeña Ana nos proteja desde el cielo». Así relataba por carta Charles De Gaulle a su hija Elizabeth el fallecimiento, en 1948, de su hija pequeña, de 20 años. Ana tenía sindrome de Down. Casi nadie en Francia lo sabía. Es una de las muchas muestras del hermetismo del general que lideró la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Su pudor era de tal magnitud que su hijo Philippe ha contado que solo vio a su padre en dos ocasiones sin traje y corbata o sin uniforme: una vez en la playa, cuando De Gaulle vistió traje de baño, y otra vez en el hospital, cuando lo operaron de la próstata y consintió que su hijo lo viera en pijama.

De Gaulle era hermético y poco dado a las muestras de afecto. En su casa no había besos ni abrazos. Tampoco lágrimas. No las hubo en el entierro de Ana. «Si De Gaulle lloró, lo hizo en su dormitorio, donde sus hijos tenían prohibida la entrada», cuenta Denis Tillinac en su libro Diccionario amoroso del general.

alternative text
Campaña de imagen. Winston Churchill pidió a Charles De Gaulle y a su mujer, Yvonne, que posaran en su casa de Londres, en 1943, para mejorar su imagen. A Churchill, De Gaulle le parecía un petulante.getty images

Tampoco su esposa, Yvonne Vendroux, la hija de un industrial de Calais, era una mujer de arrumacos. De Gaulle se casó con ella en 1921, de uniforme y con el pecho sembrado de condecoraciones francesas y polacas ganadas en la Primera Guerra Mundial y en Varsovia combatiendo a los bolcheviques.

Los De Gaulle se querían sin ostentaciones. Estuvieron casados 49 años, hasta que murió el general, en 1970. La devoción de ella fue total. El ayudante de cámara de De Gaulle, Claude Guy, contó que a Yvonne se le notaba enseguida «la alegría inquieta de tener al general junto a ella».

Pero no fue un matrimonio fácil. Además de los distanciamientos por la guerra y la muerte de una hija, tuvieron que afrontar los rumores de infidelidad por parte de él. Se habló, sobre todo, de Elizabeth de Miribel, que fue su secretaria y la mujer que mecanografió el legendario discurso emitido por la BBC de Londres el 18 de junio de 1940 en el que De Gaulle arengaba a los franceses a resistir.

Si existen algunas de las fotografías que ilustran este reportaje, es gracias a Winston Churchill. Él convenció al serio militar francés para que, en 1943, se dejara fotografiar en su casa de Londres con el fin de proporcionar una imagen más amable.

alternative text
Familiar, a su manera.El general y su mujer, con sus hijos mayores, su nuera y sus nietos en 1952. De Gaulle no era cariñoso, pero sí familiar. Cuando fue presidente, recibía a sus nietos en el palacio del Elíseo.Agefotostock

La familia De Gaulle se había trasladado a Londres en 1940. Su exilio fue una rebelión. El general no aceptó el armisticio con Alemania firmado por su antiguo jefe, Philippe Pétain. Desobedeció a su superior, él que fue un ejemplo de disciplina desde niño_ le inculcaron rectitud en su familia, católica y traidicional (su padre era profesor de Historia en Lille), y en el helador internado jesuita de Bélgica donde estudió de jovencito.

El rigor, el pudor, la rectitud le parecían esenciales. Y los exigía al resto de líderes, con los que no acababa de conectar. Tampoco ellos sintonizaron con el francés. Roosevelt no lo soportaba y esa animadversión interfirió en las relaciones entre los aliados. «Nuestras discusiones con los americanos sobre De Gaulle eran interminables», ha contado el ministro británico Anthony Eden.

Choques con Roosevelt

De Gaulle era orgulloso, displicente y tenía una visión francocéntrica de todo que sacaba de quicio a Roosevelt, a quien le parecía un dictador en potencia, cuenta Antony Beevor en su libro El día D. La batalla de Normandía. A Churchill le hartaba la petulancia y la descortesía del general francés, le parecía un ingrato, explica Max Hastings, en La guerra de Churchill.

Pero los británicos acabaron asumiendo que había que apoyarlo. Lo explicó Harold Macmillan, ministro británico durante la guerra. «Después de una conversación con De Gaulle sale uno preguntándose si es un demagogo o un loco, pero convencido de que es un personaje más poderoso que cualquier otro francés».

De Gaulle estaba obsesionado con Francia. Y Francia lo adora.

Los alemanes le ofrecieron intercambiar a su sobrina -presa en Ravensbrück- por un grupo de oficiales. De Gaulle se negó

Ya retirado, en un viaje a Dublín, escribió en el libro de oro de la embajada francesa: «Aprendió mucho quien sufrió». Se refería quizá a sus padecimientos. Lo hirieron en el pie y la pierna derechos durante la Primera Guerra Mundial (escribió poemas y novelas románticas durante su convalecencia); estuvo 32 meses preso en Alemania; fue condenado a muerte por el Gobierno de Vichy; sufrió en Dakar cuando fracasó el intento de desembarcar allí y las tropas aliadas fueron abatidas por franceses partidarios de Vichy. Para De Gaulle lo de Dakar fue terrible. Le confesó a su amigo Philippe Dechartre en una carta que incluso pensó en suicidarse.

Otro momento duro fue cuando los alemanes le ofrecieron intercambiar a su sobrina Geneviève de Gaulle, prisionera en Ravensbrück, por varios oficiales alemanes. De Gaulle no aceptó: por suerte, Geneviève sobrevivió.

De Gaulle, a su manera, era un hombre familiar. Cuando fue presidente de Francia, procuraba cenar a diario con su mujer. Tres veces al año recibían en el Elíseo a su tropel de nietos y sobrinos.

La suya fue una vida con intensas subidas y bajadas. Su carrera le proporcionó glorias como su paseo triunfal por los Campos Elíseos de París del 26 de agosto de 1944. Poco después de llegar, se convirtió en presidente del Gobierno; lo fue hasta 1946. Y se retiró.

Pero regresó en 1958, cuando Francia vivía momentos convulsos, con la Guerra de Independencia de Argelia en plena efervescencia y el país desnortado (hubo hasta tres gobiernos distintos en un año). El Presidente René Coty lo llamó y De Gaulle se puso al frente.

alternative text
Una saga tradicional.Charles, Xavier, Pierre y Jacques de Gaulle en 1919. Tenían otra hermana, Marie-Agnès. Su padre –muy católico y tradicional– era profesor de historia y literatura en un colegio.getty images

La IV República francesa se desflecaba por la descolonización y la fragmentación política; tras un referéndum, se finiquitó y el 21 de diciembre de 1958 De Gaulle fue elegido primer presidente de la V República. En 1965 fue reelegido y le tocó lidiar con las rebeldías de 1968. Un año después se retiró; tenía 79 años.

En cuanto a la política exterior de sus gobiernos, si no se llevaba bien con americanos y británicos cuando combatían juntos contra Hitler, tampoco congenió con ellos después. En 1966 desmanteló las bases de la OTAN en Francia y las estructuras militares de esa organización: su nacionalismo le hacía rechazar la subordinación francesa a autoridades extranjeras. También se opuso a la intervención estadounidense en Vietnam y vetó dos veces la entrada de Gran Bretaña en la Comunidad Económica Europea.

Cuando se retiró, se fue a vivir a la casa familiar de Colombey-Les-Deux-Églises, donde murió -de un aneurisma- el 9 de noviembre de 1970. Su mujer reaccionó con el hermetismo habitual: se encerró en la casa familiar. Rechazó invitaciones y visitas, incluso la de Isabel II cuando pidió ir a verla durante un viaje a Francia en 1972.

Tampoco quiso Yvonne que hubiera reliquias del general, así que incineró su ropa, sus enseres… solo indultó dos uniformes para que fueran exhibidos en museos y un képi que le regaló a Marguerite Popel, la cuidadora de Ana, a la que jamás olvidaron.