Llega la Navidad y, como ocurre todos los años, llega para todo quisque, sin discriminación ni acepción de personas, como un maná que cae sobre todos, incluso sobre quienes lo rechazan. Y sobre quienes rechazan la Navidad cae todavía con mayor ímpetu, pues en estos días también ellos quedan misteriosamente tocados por los dones y gracias que la Navidad trae consigo, aunque sea para negarlos, para estuprarlos, para denigrarlos obscenamente. Del mismo modo que Cernuda llamaba a los insultos y vituperios «formas amargas del elogio», hay «formas amargas» de celebrar la Navidad.
