Si tuviera que nombrar la película que me hubiera hecho sentir más miedo, furia e indignación a partes iguales en los últimos tiempos, esta sería Holy spider, del director Ali Abbasi. Su protagonista, Zar Amir Ebrahimi, recibió el premio a la mejor interpretación en el pasado Festival de Cannes, pero, si de mí dependiera, le daría todos los premios habidos y por haber: es esta, probablemente, la mejor película de horror reciente y sus personajes no son zombis ni cambian de formas ni les salen colmillos ni pezuñas ni poseen poderes.
