La imagen viral de Egipto
La imagen viral de Egipto
Lunes, 04 de Noviembre 2024
Tiempo de lectura: 5 min
Seguramente el vídeo de un perro en la cima de la Pirámide de Kefrén en Egipto –la segunda más alta del país, por detrás de la de Keops– se haya colado entre las publicaciones de tus redes sociales y te hayas preguntado qué hace un perro en un sitio como ese. El parapentista Alex Lang sobrevolaba días atrás las pirámides de Giza en Egipto cuando detectó y grabó en vídeo al animal persiguiendo algunos pájaros en la cima de la edificación de más de 4500 años de antigüedad, a más de 136 metros de altura. «No podía creer lo que veía —ha explicado Lang—. Ese cachorro estaba allí arriba, tan tranquilo», confiesa el deportista en The Washington Post.
El perro responde al nombre de Apolo y, por raro que pueda parecer, el suceso que ha protagonizado es mucho más frecuente de lo que te imaginas. Ibrahim Elbendary, cofundador de CARF, una organización de animales callejeros en Egipto, explica que estos perros suben a lo más alto para cazar pájaros y que no temen, una vez arriba, saltar para morderlos incluso estando tan lejos del suelo.
Apolo ha conseguido atraer la mirada de millones de usuarios sorprendidos que se preguntan no sólo cómo ha conseguido trepar hasta allí, sino si podría bajar más tarde. Pero sí, varios turistas grabaron, en efecto, cómo el animal bajaba como si se tratara de un check más en su rutina diaria. Por el momento, se desconoce si ya es costumbre de Apolo embarcarse en esta ruta extrema para cazar pájaros, pero lo que sí ha explicado Elbendary es que el perro forma parte de la jauría que deambula por la zona de las pirámides en busca de comida.
Entre los perros de esa jauría, destaca la 'madre' del grupo –a la que los lugareños llaman Laika– y que también tiene por costumbre subir hasta la cima del complejo piramidal desde que, estando embarazada, escogió el lugar como un espacio seguro donde dar a luz a sus crías, según explica Elbendary. «Es muy lista», afirma.
Y es que los perros callejeros en Egipto son parte del paisaje. Se estima que hay hasta 15 millones de perros callejeros en el país; un perro por cada siete humanos, la mayor proporción de canes sin dueño del mundo (por encima de la India). Sobreviven como ‘basureros carroñeros’, por lo que es muy común ver grupos de estos animales paseando por los barrios residenciales, los ashwiyats (asentamientos de chabolas) o las propias pirámides.
Y puede que Apolo te resulte simpático por su 'proeza' pero para muchos egipcios los perros sin dueño son una amenaza. Para algunos porque, por sus creencias religiosas, estos animales son considerados 'impuros'. Pero para la mayoría es por el simple hecho de que cada año se registran miles de casos de mordeduras de perros y muchas de las personas afectadas acaban contagiadas de rabia, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Un funcionario del Ministerio de Sanidad citado por el Egypt Independent aseguraba en 2018 que su departamento registró 303.000 casos de mordeduras de perro en un solo año y 231 personas murieron como consecuencia de la rabia. La población egipcia dice sentirse intimidada por la presencia de tantos perros sueltos.
Ante las protestas, las autoridades egipcias llevan a cabo campañas de exterminio de estos animales, disparándoles o envenenándolos con cebos. Cada año mueren así más de 15.000 perros, según las estimaciones de diversas ong. La cifra real se desconoce, ya que no existe ningún censo de animales abandonados.
Pero el problema no son tanto estas campañas como la violencia y el maltrato hacia estos animales que ejercen algunos ciudadanos y que, mucho antes que Apolo trepando a la pirámide, se hicieron tristemente virales. Un caso reciente fue el de Anubis, un perro callejero de El Cairo que sufrió la brutal paliza de un vecino al que le molestaban sus ladridos nocturnos. O una turba de jóvenes que destrozó a cuchilladas a un perro porque supuestamente había atacado a una cabra; otra perra que fue atacada con ácido, otro apaleado con un garrote con clavos... No siempre los maltratadores salen impunes. Hace unos años, en 2015, tres hombres fueron condenados a tres años de prisión por atar un perro a una farola y degollarlo, atrocidad que fue grabada y difundida por las redes.
Diversas organizaciones y activistas intentan paliar por ello el sufrimiento animal. Grupos como la asociación Meowtours han lanzado iniciativas de atención a perros y gatos callejeros, mientras que la organización Elbendary ha difundido vídeos para visibilizar la difícil situación de los perros sin hogar en El Cairo. Sus voluntarios no solo alimentan y cuidan a estos animales, sino que también trabajan en campañas de esterilización, vacunación y adopción.
Pero el Ministerio de Agricultura insiste en que el Estado no puede permitirse los 32 dólares por perro que cuesta capturar, esterilizar, vacunar y volver a liberar a un perro. Envenenar a un animal es mucho más barato.
Una diputada llegó a proponer como solución concentrarlos en granjas, sacrificarlos y vendérselos, como alimento, a los surcoreanos o a los chinos a 25 céntimos de euro por perro. Aunque las protestas llegaron a organizaciones como Change.org no parece que la propuesta fuese nada más que una broma de mal gusto.
Cómo señala Mona Khalil, presidenta de la Egyptian Society for Mercy to Animals, los refugios y las organizaciones para la protección de animales dependen en gran medida de donaciones, muchas de ellas internacionales. Tal vez el fenómeno viral de Apolo contribuya a mejorar la situación de los perros en el país.