En una pequeña altura, dominando todo el valle del Miño a su paso por Arbo y con Portugal al frente, el Pazo de Almuiña, una construcción del siglo XVII, fue restaurado por Adegas Galegas para elaborar allí sus vinos y abrir un hotel de auténtico lujo, circunstancia que no se traduce en un precio inalcanzable. Uno se siente muy afortunado por poder relajarse en este lugar, sobre todo cuando, desde la ventana, vemos que las viñas nos rodean
J.M. Orriols