Yanira: «Llevo cinco años dando el pecho y por mí estaría diez. Les doy a la vez a mis hijas de 5 y 2 años»

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Dio a luz a su hija mayor en el 2020, en plena pandemia, y al principio sufrió mucho dolor para amamantarla hasta que una asesora la ayudó. Hoy, con otra hija, es ella la que anima a otras mujeres a hacerlo
02 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Ya han pasado unos años desde que Yanira posó con sus hijas en la imagen que ilustra este reportaje. Entonces, la pequeña Yara era un bebé, y ahora ya ha cumplido los 2 y medio, y su hermana mayor, Naia, ha hecho los 5. Sin embargo, lo que no ha cambiado es que Yanira sigue dándoles a las dos el pecho. Lo hace desde que ambas nacieron. De hecho, cuenta con orgullo que en su casa jamás ha entrado un biberón. «Las dos comen genial, nunca han tomado papillas, empezaron tomando trocitos pequeños, poco a poco, pero en su alimentación somos bastante estrictos para que sea sana. Nunca han probado el azúcar y tampoco toman leche de vaca, han probado la de coco o la de oveja, y, por supuesto, la que toman a diario es la leche materna», explica Yanira, que en la actualidad tiene 29 años y lleva desde los 24 amamantando. Un camino que, según relata, no fue de rosas, sino de espinas, ya que Yanira sufrió lo suyo. «Cuando hicimos la preparación al parto de nuestra primera hija nos insistieron mucho en que la lactancia no debía hacer daño y no debía doler. Yo, de la mayor, tuve un parto por cesárea de urgencia y, cuando la puse al pecho, me dolía, pero pensaba que era porque no podía levantarme. Cuando llegué a casa, sin embargo, tenía muchas heridas en el pecho y sangraba, el dolor era insoportable», relata.
«Como el nacimiento de mi hija coincidió en plena pandemia, en marzo del 2020, decidimos entonces contactar por internet con una asesora de lactancia, y a través de videollamadas, poco a poco todo empezó a mejorar. Muchas mujeres lo dejan por eso, porque, como no lo hagas bien desde el principio, es un sufrimiento difícil de llevar», expresa.
La asesora la ayudó en esa etapa a colocar bien al bebé para que no tuviera la cabeza de lado —una postura habitual, pero inadecuada—, y enseguida Yanira se sintió segura en su lactancia. Tanto que ahora es ella la que apoya a otras mujeres en este mismo proceso, en especial para que ninguna se sienta juzgada. Yanira, que confiesa tener una autoestima muy alta, no dudó en ningún momento en que deseaba amamantar a sus dos hijas. Cuando se quedó embarazada de la segunda, que nació en noviembre del 2022 en un parto vaginal que nada tuvo que ver con el primero, no quiso romper ese vínculo que había iniciado con la mayor. «En ciertos momentos del embarazo la producción de la leche baja mucho, y casi desaparece, porque hormonalmente el cuerpo no está preparado para tirar con las dos cosas a la vez, pero yo la ponía igual al pecho. De esta manera, cuando va terminando el embarazo, tú ya vas notando cómo empieza a salir ese calostro, que es oro líquido. Eso al final se lo terminas dando —en mi caso a las dos—, porque en el momento en que nació Yara, como el pecho ya estaba muy estimulado, me subió la leche ese mismo día, no tardó nada», señala Yanira.
«COME DE TODO Y BIEN»
«A la mayor, cuando yo estaba embarazada de la pequeña, lo que le gustaba era estar conmigo y yo ahí amamantaba no tanto por el alimento, porque ella siempre ha tenido muy buena alimentación y ha comido muy bien, sino por el apego», apunta.
En cuanto nació su segunda hija, ya en el propio hospital, Yanira tenía a cada una de sus hijas en sus dos pechos. Como suele hacer ahora, que tienen 5 y 2 años. «Nosotras disfrutamos de ese momento las tres juntas y la mayor es la primera que siempre me ha dicho: “No, mamá, dale la teta a la hermana”, si veía que Yara lo necesitaba más». Aunque con Naia ahora ese momento de intimidad se ha reducido, la pone al pecho solo de noche unos cinco minutos antes de dormir, no se plantea destetarla. «Parece que no le queda mucho, pero tampoco sé exactamente cuánto, a lo mejor un año más o así. No tengo ni idea —prosigue—, pero a mí no me importaría continuar, porque yo lo llevo genial. Serán ellas las que decidan cuándo. Yo, por lo pronto, no me lo he planteado ni tengo pensamiento de hacerlo». ¿Estarías diez años así?, le pregunto. «Sí, sí. Llevo cinco años con la mayor y continuaré con la pequeña el tiempo que sea necesario. A mí no me supone ningún problema, sino que es una comodidad, por no hablar de todo el ahorro económico que me ha supuesto».
«Las tres disfrutamos mucho este momento juntas. Es un tiempo feliz de intimidad. En mi casa jamás ha entrado un biberón»
Yanira expresa que para ella fue mucho más sencillo, en días en que a lo mejor se encontraba indispuesta o más cansada, poner a sus hijas al pecho que levantarse a calentar un biberón, desinfectarlo, poner el agua, la leche... Ella nunca lo ha hecho, pero siente que el relax de poder darles el pecho a sus hijas en cualquier lugar y situación las ha beneficiado a las tres. «Cuando yo me he sentido mal y he necesitado estar un poco más tranquila, ellas estando a mi lado con el pecho a su alcance tenían todo lo que necesitaban. Para mí era mucho más fácil acercarlas que andar de arriba para abajo poniendo biberones», insiste.
Yanira siempre se ha sentido muy segura del paso que ha dado respecto a la lactancia, aunque ha sufrido cómo la juzgaban en las redes sociales, mucho más que en la calle, donde afirma que jamás ha tenido un problema. «En redes la gente dice barbaridades y muchas personas consideran que Naia es muy mayor, que a sus 5 años ya no tendría que estar pegada al pecho y creen que por hacerlo es una niña dependiente. Pero es justo lo contrario. Ella está a sus cosas, juega en el parque, es una niña autónoma que sabe hacerlo casi todo sola. Sin embargo, a mí me juzgan como madre porque piensan que soy yo la que no quiero que se separe de mí. Piensan que la estoy atando a mí cuando eso realmente no es así. Ella lo toma, es verdad, pero ya muy poco, y dejará de hacerlo cuando esté preparada», explica Yanira.

«LO TOMAN A DEMANDA»
«Las dos niñas —continúa— lo toman a demanda, pero la mayor ya solo lo hace antes de dormir o cuando no hay cole por la mañana, porque hay veces que me pide cuando se levanta, sobre todo si está tranquila en casa o si se pone malita, que ahí es el momento en que me pide más. Pero durante el día son momentos muy cortos, aunque todo lo que tome tiene mucho beneficio», señala esta madre que asegura que no ha sentido la lactancia como una esclavitud.
«Para mí no hay alimento más perfecto, porque al final está hecho justo a su medida. Cuando el bebé mama siempre hay un feedback, la lactancia va a estar siempre adecuada al estado del bebé. Si necesita más vitaminas, si necesita más grasa, si necesita más de lo que sea, es una leche que se va adaptando, no siempre es igual. Esto no puede ofrecértelo una leche de fórmula, por eso su sistema inmunológico es mucho más fuerte. Los niños que toman pecho, además, suelen tener más autoestima porque se sienten más seguros que otros que toman bibi y que están más de brazo en brazo», dice Yanira.
¿No has sentido nunca que era una esclavitud, que tu cuerpo no podía más? «Es verdad que al principio, en un primer momento, lo pasé fatal —responde Yanira—, pero en cuanto empecé a quitarme el dolor para mí ya fue genial. Me encanta, yo no veo nada más natural, no veo nada más sencillo y más beneficioso que esto y la verdad es que lo disfruto muchísimo, tanto cuando eran pequeñas como ahora. Es más, yo respeto la decisión de mi hija mayor, que ya le queda poco, pero me da mucha pena que se acabe... Yo preferiría que aguantase un poquito más porque lo disfrutamos un montón y nos gusta mucho esa sensación. Es nuestro ratito y es nuestro porque no puede hacerlo nadie más por mí. Es un momento que nosotras disfrutamos un montón», señala.
«Yo estoy muy contenta y, además, también tengo que decirlo, estoy muy orgullosa de haberlo conseguido. En este camino no te ayuda casi nadie, es justo lo contrario. La gente intenta hacerte sentir mal por todo o te hacen comentarios negativos», señala Yanira, que anima ahora a las mujeres, a través de su asesoramiento, a intentarlo.
«Tengo amigas con niños de 8 o 9 meses y con esa edad ya empiezan a decirles que cuánto tiempo le va a dar el pecho, que ya le tiene que quedar poco, que le están saliendo los dientes... A mí, incluso con la pequeña, a veces me sueltan: “Uy, pero si es muy mayor” y yo siempre les respondo: “Pues ya ves, tengo otra mucho más grande, así que no me quiero ni imaginar el comentario que me vas a decir”», indica Yanira.
«Yo siempre les digo a las madres que cojan toda la información posible y tomen su propia decisión. Si ellas les quieren dar el biberón a sus hijos, adelante, pero si les quieren dar el pecho, que luchen por ello. Porque al final es algo que si dejas de hacerlo, luego es muy difícil recuperarlo. Sin embargo, al biberón puedes recurrir siempre, es una opción que está ahí», afirma.
¿Es distinto el amamantamiento cuando tienen dientes que cuando son bebés? «No, es lo mismo. Si siguen mamando todo el tiempo, es igual, el problema es que, cuando dejan de hacerlo, desaprenden y, a lo mejor, si están mucho tiempo sin mamar, luego volver a arrancar les costaría porque ya succionarían como una pajita y eso sí que hace daño», señala Yanira que ahora está centrada en ayudar a otras madres a amamantar. «A mí me encanta cuando mis hijas me piden: “Mamá, teta” —concluye—. La pequeña ahora me pone una carita como de perrillo que es todo ternura y me dice: “Mamá, tetilla”. Con ella aún me quedan por delante unos cuantos años más».